La publicación del libro sobre el dossier de los computadores de Raúl Reyes, por parte del IISS de Londres, le creará dificultades internacionales a Chávez y se puede convertir en una bomba de tiempo para las relaciones entre Colombia y Venezuela. Su aparición explica el nerviosismo que ya habíamos captado en el presidente del vecino país.
La aparición en Londres del libro que analiza y transcribe cientos de correos y documentos encontrados en el computador de Raúl Reyes, no tomó por sorpresa al presidente Hugo Chávez. El gobierno colombiano le había advertido sobre su publicación y, es de suponer, le haya ofrecido una copia por adelantado. Ahora entendemos las razones de Chávez para postergar su gira por Brasil, Argentina y Bolivia, prevista para esta semana. Se le habrían creado situaciones embarazosas frente a sus colegas y frente a los medios de comunicación de dichos países.
Se conocían algunos de los correos encontrados en el computador de Reyes, después del ataque a su campamento, al otro lado de la frontera con Ecuador. Pero no se había hecho un análisis sistemático de los mismos o una publicación de los documentos más relevantes. El gobierno del Presidente Uribe, del cual fue Ministro de Defensa el doctor Juan Manuel Santos, encargó dicha tarea al Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS), un centro de estudios de reconocida independencia. Con la publicación esta semana del libro, se destapa el alcance de la relación de los gobiernos de Venezuela y Ecuador, y de sus presidentes, con la guerrilla de las FARC y su proyecto de tomarse el poder en Colombia.
El gobierno de Venezuela, y el propio Chávez, no salen bien librados: el libro afirma que el presidente personalmente se habría reunido con Raúl Reyes y otros miembros del secretariado de las FARC y comprometido a ayudarlos para obtener legitimidad política. Les habría ofrecido ayuda económica por $300 millones de dólares. No hay seguridad de que, finalmente, el dinero se haya entregado. Confirma las sospechas del expresidente Uribe, ya que, según el IISS, “mientras Chávez públicamente propugnaba la neutralidad y se ofrecía como mediador honesto en negociaciones de paz con el gobierno colombiano, también permitía que las FARC utilizaran el territorio venezolano para su refugio, operaciones transfronterizas y actividad política…”
Esta última información ya era conocida por los colombianos. De allí la sorpresa que causó la afirmación del Presidente Santos, de que esos campamentos ya no estaban en las coordenadas previamente identificadas por el ejército colombiano. Todos nos preguntábamos ¿qué pasó?
Estos y otros hallazgos del IISS, serán divulgados ampliamente por los medios colombianos e internacionales, y analizados a profundidad por los gobiernos de Europa, Estados Unidos y América Latina. Chávez lo sabe y parece preocupado por las consecuencias que pueda traer.
Ahora entendemos mejor su celeridad para detener y extraditar a Colombia a Joaquín Pérez, presunto representante en Europa de las FARC, aún a costa de dañar sus relaciones con el partido comunista venezolano y otros grupos que calificó de “extrema izquierda”. ( Ver columna LAS VOLTERETAS DE CHAVEZ en http://mariacarmenza123.blogspot.com/ ). Ahora comprendemos la dimensión de su afán por dejar constancia de que él y su gobierno no tuvieron que ver con los campamentos de las FARC en territorio venezolano. De acuerdo con sus recientes declaraciones, los que se reunieron con las FARC fueron miembros de los grupos de extrema izquierda de su país, quienes hicieron “planes para montar en Venezuela unas bases de la guerrilla colombiana a espaldas de todos nosotros”.
En las últimas semanas, el presidente Chávez no sólo ha querido seguir tomando distancia de las FARC y negar sus relaciones con esa organización guerrillera, sino que se ha preocupado por dejar constancia de su condena “irrestricta al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones y su repudio a todas las formas de violencia”, de acuerdo con el comunicado emitido por la cancillería venezolana, a raíz de la operación de los comandos de los Estados Unidos y la muerte de Osama bin Laden en territorio paquistaní.
Evidentemente, Chávez venía tratando de blindarse. No es para menos. La información de que las FARC no sólo habrían entrenado a varios grupos urbanos en Venezuela en la guerra de guerrillas y en acciones terroristas, sino de que “podrían haber cometido asesinatos de oponentes políticos de Chávez”, es muy delicada.
La intervención armada en Libia, por parte de la OTAN, constituye un preaviso para gobiernos acusados de atacar su propia población y apoyar, en algún momento, el terrorismo. Chávez así lo ha entendido, según se deduce de su llamado a la oposición para que no recurra a las vías incendiarias y a generar situaciones sangrientas, que lo que buscan es culparlo a él, de forma que “Naciones Unidas apruebe una intervención”.
La aparición del informe sobre los documentos del computador de Raúl Reyes, en momentos en que las relaciones entre Colombia y Venezuela atraviesan por una etapa positiva, no deja de preocupar. Puede convertirse en una nueva bomba de tiempo para las relaciones entre los dos países que, ante la más pequeña chispa, podría estallar. No obstante la promesa del gobierno de Colombia de no referirse al informe, y del propósito del gobierno venezolano de no responder al mismo. Coincide con el inicio de una nueva etapa electoral en el vecino país que, por razón de las dificultades económicas, escases de alimentos, fallas generalizadas en los servicios públicos y desastres generados por las lluvias, puede ser muy volátil. Tanto desde el punto de vista del comportamiento de la oposición y de la población, como del gobierno del presidente Chávez y las organizaciones que defienden la revolución bolivariana.
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