domingo, 1 de mayo de 2011

JUAN MANUEL, EL PRAGMATICO

El gobierno de Santos volvió a sorprender por su pragmatismo: suscribió con E.U. un Plan de Acción para desenredar la aprobación del tratado de libre comercio. Si su ejecución contribuye a proteger la vida de sindicalistas colombianos, a mejorar el respeto de los derechos de los trabajadores y a controlar los abusos de las llamadas cooperativas, Colombia saldrá ganando.
A la llegada de Santos a la Presidencia, el tratado estaba bastante enredado en los Estados Unidos: durante el gobierno de Bush, por la mayoría demócrata en el Congreso, que escucha y recibe el apoyo de fuertes sindicatos y ONGs opuestos al libre comercio. Al comienzo del gobierno Obama, porque el propio Presidente,  cercano a esos grupos,  congeló el trámite para su ratificación.
Qué pasó para que Obama le diera carácter de urgencia a la tramitación del acuerdo con Colombia?  Los republicanos en el Congreso lo pusieron contra la pared. Supeditaron la aprobación del Tratado con Corea del Sur, que tiene alta prioridad para el gobierno, a la tramitación simultánea con el de Colombia.
Importantes generadores de opinión y empresarios le pusieron de presente la contradicción existente entre la estrategia de hacer del comercio internacional un pilar fundamental para el fortalecimiento de la economía y la creación de empleo, y la negativa de enviar al congreso el tratado con Colombia para su ratificación.   Igualmente, el contraste entre su reciente anuncio de iniciar una nueva era de asociación con América Latina y seguir dejando colgado de la brocha a uno de sus más leales y firmes socios en la región.
Vale señalar que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, resultó una pieza clave para desentrabar el proceso y certificar oportunamente los avances colombianos en la protección de los derechos humanos.
Santos fue pragmático: entendió la necesidad de darle a su contraparte algo concreto con qué calmar a los sindicatos y ONGs enemigas del tratado. De allí la suscripción de un Plan de Acción, con una hoja de ruta y fechas muy precisas, para mejorar la situación de los sindicatos y proteger a los trabajadores. Los países latinoamericanos tenemos la fama de que nos comprometemos internacionalmente, dejamos pasar el tiempo y no cumplimos.
Santos y su equipo negociaron bien: al fin y al cabo, lo que aceptaron fue cumplir con acuerdos como los de la OIT, que ya habían sido suscritos (e incumplidos) desde hace varios años por Colombia. Adicionalmente, fortalecer la justicia y los derechos de los trabajadores, objetivos que formaban parte de su agenda de gobierno. El articulado del tratado original no se modificó y, de pasada, encontraron comprensión frente a le necesidad de extraditar a Makled a Caracas y no a EU.
Santos se mostró como un buen líder: se comprometió con el Plan de Acción, no obstante el riesgo de que algunos comentaristas colombianos lo califiquen de arrodillado ante la gran potencia.
Obama también fue pragmático: por una parte, respondió a las solicitudes de legisladores republicanos y empresarios que presionaron por la tramitación del tratado. Al mismo tiempo, puede ofrecerle a los sindicatos y a los demócratas compromisos concretos para solucionar los problemas laborales y de seguridad en Colombia, que les sirvieron como excusa pública para oponerse a este tratado.  Todo ello sin que se hubiere modificado el contenido y el articulado del tratado suscrito por los gobiernos de Uribe y Bush. En ese sentido, Obama puede sostener que éste responde tanto a los intereses económicos de su país como a sus más altos valores. Como ñapa, se comenzará a quitar de encima la acusación de que se está ahogando en sus propias contradicciones.
El tratado le sirve a Estados Unidos. Como bien lo señaló recientemente el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS por su sigla en inglés), ayuda a los productores norteamericanos, ya que el 80 por ciento de sus exportaciones ingresarán a Colombia libres de gravámenes. El resto se irá liberando en el curso de los próximos 10 años. También servirá a los agricultores, para quienes las tarifas desaparecerán o se irán reduciendo.
Qué tanto le sirve este convenio a los colombianos?  Si la prioridad que Colombia  le otorga a la aprobación del tratado conduce a que se pongan en ejecución los compromisos del Plan de Acción, Colombia saldrá ganando. La protección a los sindicalistas se fortalecería, mejoraría el respeto de los derechos de los trabajadores y se controlarían los abusos de las llamadas cooperativas, lo cual no sólo beneficia a los trabajadores sino a todo el país.
En lo que se refiere a los productores, algunos venían siendo favorecidos por las preferencias unilaterales otorgadas por EU a los países andinos. Sin embargo, esas preferencias deben renovarse periódicamente. En este momento no están vigentes y están sujetas al vaivén de la situación política y económica en el país del norte. El tratado les ofrecerá estabilidad en las condiciones para exportar.
Publicado en blog "DESDE WASHINGTON" en Semana.com, abril 2011.

No hay comentarios:

Publicar un comentario