sábado, 30 de agosto de 2014

Seis Años? El Horror

Publicada en Semana.com en agosto 1, 2014

      Al Presidente Santos se le fueron las luces. Será necesario que los colombianos también nos encomendemos al Señor de los Milagros para que lo guíe y no lleve al Congreso su anunciada propuesta de aumentar a seis años el período para presidentes, alcaldes y gobernadores.  Dicha reforma no sólo sería un error de marca mayor, sino un horror para los sufridos habitantes de nuestro país.
      En el caso de alcaldes y gobernadores, pensemos no más en la tragedia que significaría para Bogotá la elección por seis años de otro Samuel Moreno u otro Gustavo Petro. O de un candidato semejante al recientemente sancionado gobernador del Caquetá, o de alcaldes  como los 24 que, en tan solo este mes de julio y después de finalizar su período o a punto de terminarlo, la Procuraduría sancionó o inició procesos en su contra.  Si, 24 en un mes!
      Los votantes, en numerosas oportunidades, se equivocan. O recurren a las urnas amarrados o influenciados por dineros de dudosa procedencia. Pensar en atornillar por seis años a funcionarios incapaces o corruptos sería no sólo castigar a los que se equivocaron o vendieron su voto, sino a todos los habitantes de la circunscripción afectada. Cinco o seis años de malos gobiernos locales son una eternidad.
      Aun tratándose de gobernantes locales inicialmente impolutos, en cinco o seis años, muchos se naturalizarían tanto con el poder que llegarían a ejercerlo como reyezuelos. Las tentaciones del poder, sin suficientes frenos o contrapesos, son muy grandes.
¡Doctor Santos, por favor, no pida que se aumente el período de alcaldes y gobernadores!
      En el caso de los presidentes de la República, en un país como Colombia, con partidos e instituciones débiles y en donde no existe una verdadera independencia de los poderes públicos, los riesgos tampoco son desechables. Aquellos con tendencias autoritarias terminarían convertidos en emperadores.
      Estoy de acuerdo con Santos en que, en nuestra débil democracia, la reelección de los presidentes fue un error. Tratar de solucionar ese error con el aumento de los períodos a seis años, nos dejaría en una situación peor. Con la reelección, por lo menos los ciudadanos pueden pronunciarse, después de cuatro años, sobre la continuidad o no del gobernante.  
      Piense, Presidente Santos, que usted mismo y una buena parte del país nos llevamos un gran susto cuando, en la primera vuelta, la mayoría de los colombianos no parecía inclinada a renovarle su mandato. Tuvo que afinar su mensaje, emplearse a fondo y ampliar la coalición que, finalmente, lo llevó en hombros a este nuevo período que está a punto de iniciar. Estoy convencida de que esa experiencia lo ha llevado a reflexionar sobre errores y debilidades y hará de usted un mejor presidente a partir del 7 de agosto.
      Para un mal gobernante, cuatro años son una eternidad. Para uno bueno, cuatro años y máximo cinco, sin reelección, deben ser suficientes.

Minsalud y las Niñas del Carmen de Bolívar

Agosto 27, 2014

El caso de las niñas del Carmen de Bolívar, quienes han tenido que ser hospitalizadas con preocupantes síntomas después de haber recibido la vacuna contra el papiloma humano, no puede ser tratado como un tema de histeria colectiva, como parecen implicar el Ministro de Salud y algunas autoridades del Departamento. Es un caso de salud pública que requiere atención inmediata.

      Los medios colombianos han venido informando que, cerca de 200 niñas del municipio del Carmen de Bolivar, vacunadas contra el virus del papiloma, han tenido problemas de salud que van desde dolores de cabeza hasta náuseas, desmayos y rigidez en sus miembros.
      Ante este cuadro inquietante, que no solo tiene alarmados a los padres de familia sino a las autoridades locales, el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, ofreció unas declaraciones ligeras y hasta irresponsables. El Ministro dijo a RCN: "Es un (caso) complejo donde también claramente hay un tema de sugestión, donde mientras más se reporte o entre más se trate de centrar la atención mediática en las niñas, podemos seguir ampliando el problema".
      Que se trate de un tema de "sugestión", inducido, entre otras, por la atención de los medios, no nos parece tan "claro" como lo expresa el Ministro. Poco le faltó para acusar a las niñas de histeria colectiva.
      El economista a cargo del Ministerio de Salud adelantó el diagnóstico antes de que se lleven a cabo todas las pruebas para conocer a fondo qué está pasando y cuando los funcionarios del despacho a su cargo apenas estaban llegando a la población. Según los reportes de prensa, el diagnóstico lo adelantó, también, antes de que las pruebas científicas sobre la calidad del lote específico de vacunas que se despachó a esa población de la Costa o los análisis sobre la manera o circunstancias en que fueron aplicadas hubiesen sido completados.
      Todo parece indicar que la vacuna contra el virus del papiloma, enfermedad que causa cáncer y se contrae a través del contacto sexual, ha probado ser muy efectiva. También es cierto que millones de jóvenes y mujeres en el mundo han sido vacunados sin sufrir efectos secundarios, más allá de una ligera fiebre o dolor de cabeza.  Lo anterior, partiendo de la base de que las vacunas que se administren sean de las más alta calidad, producidas por laboratorios reconocidos. 
      No obstante lo anterior, instituciones tan serias como la Clínica Mayo de los Estados Unidos, reconocen 36 efectos secundarios que se pueden presentar, aunque con menor frecuencia, entre ellos visión borrosa, náuseas y desmayos (ver lista en su página Web http://www.mayoclinic.org/drugs-supplements/human-papillomavirus-vaccine-quadrivalent-intramuscular-route/side-effects/drg-20069107). Algunos de estos problemas son los mismos que se han reportado entre las niñas del Carmen de Bolívar.
      En resumen, parece existir unanimidad, entre la comunidad de profesionales de la salud, en que los beneficios de esta vacuna, en términos de reducción de futuros desarrollos de cáncer del cuello uterino, superan con creces los riesgos.
      Sin embargo, estudios adelantados en los Estados Unidos muestran que la oposición de algunos padres a que sus hijos reciban esta inmunización aumentó significativamente entre 2008 y 2010. Entre los que se oponen, el porcentaje que dió como razón temas relacionados con la seguridad de la vacuna o sus consecuencias, creció entre esas fechas del 4,5 por ciento al 16 por ciento. Es decir, casi se cuadruplicó.
      Hay que reconocer que esta vacuna es un tema sensible. De allí que el Ministro Gaviria deba mostrar más cuidado y sensibilidad en sus declaraciones. Por ejemplo, algunos padres no sólo están preocupados por los efectos secundarios sobre la salud de sus hijos. Otros reaccionan negativamente ante la propuesta de que sus hijas o hijos sean vacunados, desde muy niños, para protegerlos de un virus que se contagia a través del contacto sexual. Algunos también se oponen por temor de que, de manera indirecta, se esté promoviendo la promiscuidad entre los jóvenes.
      En lo que sí estamos de acuerdo con el Ministro Gaviria es en que el tema es complejo. En consecuencia, es de esperar que el Ministerio de Salud lleve a cabo estudios y análisis detallados y científicos que ofrezcan respuestas confiables a las familias del Carmen de Bolivar afectadas y al resto de padres que, en todo Colombia, están siguiendo los desarrollos con preocupación.










jueves, 28 de noviembre de 2013

EN TWITTER

Finalmente activé mi cuenta en TWITTER y comencé a publicar algunos trinos.
Mi dirección es    @arenasmariac

miércoles, 27 de noviembre de 2013

ESTOY DE REGRESO

Después de un año de no escribir mis blogs en Semana.com o en esta página, reinicié actividades con una columna sobre Santos y Obama, Semejanzas y Diferencias.

"El Presidente Santos se encontrará con su colega Barack Obama a comienzos de diciembre en Washington DC. Crecieron en dos mundos completamente distintos, pero se parecen.  Comparten algunas características que les están causando dificultades. Ambos deben mejorar  la baja imagen entre sus conciudadanos y una pérdida preocupante de credibilidad."

Puede leer la columna completa en:

http://www.semana.com/opinion-online/blog/desde-washington/321649-3

lunes, 17 de diciembre de 2012

LA DERROTA DE LA OPOSICION VENEZOLANA

La derrota que sufrió ayer la oposición venezolana en las elecciones de gobernadores y consejos de los estados fue mayor a la que muchos calculábamos. A corto plazo, no le quedará fácil reponerse.

En el Táchira, estado fronterizo con Colombia, que era uno de los pocos bastiones que le quedaban a  la oposición después de las elecciones presidenciales de octubre, perdieron. Se habla de divisiones internas y de fatiga del electorado. No debe descontarse como factor el hecho de que el cierre sorpresivo de la frontera, desde el día jueves, impidió que venezolanos que habían pasado a Colombia pudieran regresar a Venezuela para acudir a las urnas, o que votantes potenciales residenciados en Cúcuta y otras ciudades fronterizas pudieran movilizarse para consignar sus votos. La tradición era la de que la frontera se cerraba desde el viernes previo a las elecciones, a partir de la medianoche. El ejército o la guardia nacional se adelantaron y, en la práctica, le suprimieron el derecho al voto a un número de personas.

En Mérida, el otro estado con gobernador de la oposición y en el que Capriles se impuso sobre Chávez en octubre, también perdió por un margen significativo. ¿Qué pasó allí, debilidad del candidato a la gobernación y falta de organización en el terreno para movilizar votantes?

La Mesa de la Unidad deberá examinar estas dos derrotas con cuidado, identificar las fallas y tratar de iniciar una estrategia de recuperación en dichos estados, si es que aspira a continuar en la lucha.

A la oposición le ha quedado el consuelo de que ganó con Capriles la gobernación de Miranda, preservando de esta manera sus posibilidades futuras de liderazgo. Para que Capriles tuviera posibilidades de ser escogido de nuevo como el candidato para enfrentarse al chavismo en las próximas elecciones presidenciales, que pueden llevarse a cabo más temprano que tarde, resultaba esencial que triunfara en su propio estado.

El triunfo de la oposición en Lara y en la Amazonia les sirve en algo de consuelo, pero no puede compenzar las pérdidas en el Táchira, Mérida y Zulia. En este último estado, se veía que la pelea estaba muy difícil y que las posibilidades de triunfo del candidato del gobierno eran bastante altas. Pero la derrota es igualmente costosa y dolorosa para la oposición.

En este blog y en esta dirección, continuaré analizando, en el curso de los próximos días, la situación y evolución de la política en Venezuela.

martes, 11 de diciembre de 2012

Venezuela, entre el desconcierto y la esperanza


El futuro inmediato de Venezuela es complejo. Lo que suceda dependerá de la fecha en la que el Presidente Chávez se tenga que retirar o fallezca, la actitud de las fuerzas armadas, la unidad de los partidos oficialistas y la inteligencia y coherencia de la oposición.
El Presidente Chávez sorprendió a los venezolanos y al mundo entero el pasado sábado 8 de diciembre, al anunciar, de manera dramática, que ha sufrido una recaída en el cáncer que lo aqueja desde hace año y medio. Por primera vez reconoció que puede quedar impedido para continuar en su cargo, o tomar posesión para el nuevo período que se iniciará en enero del año entrante. Chávez pidió que se apoye a Nicolás Maduro como su sucesor.
La selección de Maduro estaba cantada. Al fin y al cabo, desde octubre Chávez sacó a Elías Jaua de la Vicepresidencia y lo sustituyó por su Ministro de Relaciones Exteriores. A Jaua lo envió como candidato a la gobernación del Estado Miranda, ocupada hasta este momento por el excandidato presidencial de la Mesa de Unidad, Henrique Capriles. A Diosdado Cabello, otra de las personas de su confianza, y líder del ala militarista dentro del chavismo, lo dejó en la Presidencia de la Asamblea Legislativa y a la cabeza del partido de gobierno (PSUV).
Mientras Chávez continúe vivo y consciente,  las distintas tendencias dentro del chavismo mantendrán la apariencia de unidad y respetarán sus deseos y órdenes. Lo que pase después dependerá de varios factores, entre ellos la fecha en que Chávez se tenga que retirar o fallezca, la actitud de las fuerzas armadas y la inteligencia y coherencia de la oposición.
Los escenarios que en este momento se vislumbran en Venezuela son los siguientes:
1.    Chávez no sale vivo de la cirugía a la que hoy está siendo sometido o fallece antes del 16 de diciembre, día de las elecciones de gobernadores. En esas circunstancias, el pueblo chavista, adolorido y emocionado, saldrá a votar masivamente en honor a su jefe y elegirá, en casi todo el país, a los candidatos oficialistas. Los estados Táchira y Mérida, los únicos en donde Chávez perdió en la última elección presidencial, tienen altas posibilidades de continuar en manos de la oposición. De lo que pase con Capriles en Miranda, estado en el que Chávez ganó por muy pocos votos (menos de seis mil) dependerá en gran medida el futuro electoral de la oposición. 
 
    Si ese fuera el calendario de los acontecimientos, el gobierno tendría que llamar a elecciones presidenciales dentro de los siguientes 30 días. En el caso de que Capriles gane la elección como gobernador, sería coronado como el candidato indiscutible de la oposición. En este escenario, la probabilidad de que una oposición vigorizada gane la presidencia no es insignificante. Capriles acaba de recorrer todo el país, es una figura reconocida e iniciaría la competencia con una buena parte de los seis millones de votos que obtuvo frente a Chávez. 
 
    Ahora bien, si pierde en Miranda, surgirán otras aspiraciones dentro de los partidos y movimientos de la oposición y el candidato será otro u otros que partirán prácticamente de cero. Si la oposición se divide, quedará muerta. Si se mantiene cohesionada alrededor de un candidato nuevo, la  posibilidad de ganarle a un oficialismo todavía unido, y con la maquinaria y el presupuesto del gobierno al servicio de la candidatura de Maduro, será  baja.
 
2.    Chávez sobrevive la operación y se recupera lo suficiente para posesionarse en enero y ejercer la presidencia por un tiempo más, así sea de manera precaria. En ese escenario, en la medida en que el debilitamiento de la salud del Presidente se vaya haciendo más visible, con el correr del tiempo las aspiraciones de los distintos sectores dentro del oficialismo se harán más evidentes y las divisiones y luchas internas por heredar el poder crearán problemas de gobernabilidad. En un escenario como éste, la oposición tendría el tiempo y la oportunidad para reagruparse, definir estrategias ganadoras y seleccionar un candidato de unidad fuerte.
 
3.    Chávez sobrevive la operación pero renuncia de inmediato. Regresa al país para supervisar y apoyar la elección de Maduro. Si este fuera el escenario, la presencia de Chávez garantizaría la unidad de los partidos de gobierno, durante el corto período electoral de 30 días, y el triunfo de Maduro como Presidente. Las probabilidades de que la oposición gane, con Capriles o sin Capriles como candidato, serían extremadamente bajas.
 
En cualquiera de estos escenarios, el futuro inmediato de Venezuela es complicado y las posibilidades electorales de la oposición, bajas. En la eventualidad de que se presentara el primer escenario y pudiera lograr el triunfo, llegaría al gobierno en una situación de debilidad.

Todavía no se conforman

Publicado en Semana.com el 18 de noviembre, 2012.


Hasta el último momento muchos dirigentes republicanos seguían convencidos de que Mitt Romney derrotaría a Barack Obama. El propio candidato se demoró, más de lo corriente, en reconocer el triunfo del Presidente. No salían de su asombro. Perdieron todos los estados que eran fundamentales para que alcanzaran la mayoría en el colegio electoral, excepto uno. Perdieron también el voto nacional y no se explicaban por qué.
Miles de palabras siguen siendo impresas en los periódicos y revistas, pronunciadas en los medios electrónicos y enviadas a través del Internet para explicar los resultados. Los gobernadores republicanos se reunieron y entraron en el debate sobre la derrota. Muchos culparon al candidato, otros a los miembros más extremistas de su partido. Chris Christie, el gobernador de New Jersey, dijo una verdad de Perogrullo: Romney perdió porque Obama obtuvo más votos.  Los republicanos intentaron convertir la elección en un referéndum sobre el Presidente. La campaña de este último no se dejó y la estrategia fue la de plantearle al electorado una escogencia entre dos personas, dos estilos, dos ideologías y dos plataformas distintas. En la comparación, la mayoría prefirió a Obama y decidió reelegirlo.
Pero, en últimas, ¿por qué Obama ganó el apoyo mayoritario del país y obtuvo los márgenes suficientes para triunfar en los estados clave para reunir los votos del colegio electoral, a pesar del alto desempleo y unas tasas de crecimiento que todavía son bajas?
El Presidente salió avante en los hombros de una coalición compuesta por mujeres en general, sobre todo solteras, jóvenes de ambos sexos, afroamericanos, asiáticos y latinos. Si, latinos que salieron a votar masivamente y hoy representan el 10 por ciento del electorado.
En el caso de los hispanos (y en gran medida de los asiáticos), la alta votación por Obama (siete de cada diez lo hicieron por él) se explica por las siguientes razones:

·       Aspiran a mejorar su situación económica, ofrecer a sus hijos una educación de buena calidad y tener acceso a los servicios de salud. Confían en que el gobierno de Obama les ofrecerá estas oportunidades.
·       Piensan que el gobierno tiene un papel importante que cumplir para fortalecer la pequeña y la mediana empresa, incentivar la creación de empleos bien remunerados y mejorar la infraestructura.
·       Son conscientes de que el déficit no se puede solucionar a costa de la clase media y trabajadora, sin que los millonarios y billonarios paguen mayores tasas de impuestos.
·       Creen que Obama tiene los programas más adecuados para continuar solucionando los graves problemas generados por ocho años del gobierno Bush, la sensibilidad para entender y apoyar a las clases media y trabajadora y a los inmigrantes que vinieron a este país buscando un mejor futuro para sus hijos y familia.
Las anteriores razones hicieron que los latinos se pronunciaran de manera contundente en las urnas. Ya no podrán seguir siendo ignorados o menospreciados políticamente.
En el caso de los jóvenes de ambos sexos y las mujeres solteras, el extremismo de los republicanos frente a los llamados temas sociales, entre ellos la libertad sexual y reproductiva, resultaron fundamentales para que decidieran seguir apoyando al Presidente, no obstante las dificultades actuales para conseguir empleo. De igual manera, los programas de su gobierno para facilitar que los jóvenes de clase media y trabajadora puedan llegar a la Universidad y seguir estudios de postgrado, sin que queden quebrados antes de finalizar, y la reforma de la salud que les garantiza poder contar con estos servicios hasta los 26 años, a través de las pólizas de sus padres. Romney había anunciado que, de llegar a la Presidencia, tumbaría la reforma a la  salud u “Obamacare”.
Para los afroamericanos, no sólo el compromiso del Presidente de apoyar a las clases medias y trabajadoras fue factor fundamental para otorgarle nuevamente el voto. Las promesas hechas por legisladores republicanos,  desde el primer día de su primer período, de bloquear las iniciativas de Obama y sus programas, tuvieron que resultar profundamente ofensivas e interpretadas como racismo extremo. En consecuencia, 9 de cada 10 afroamericanos apoyaron la reelección.
De manera más general, y no obstante la endeble situación de la economía, el hecho de que durante las primarias Romney se hubiera colocado a la derecha de la derecha y hubiera abrazado las posiciones más extremas de miembros de su partido en temas como la libertad sexual y reproductiva, la inmigración y el recorte de los impuestos para los más ricos, como la fórmula mágica para hacer crecer la economía, fueron en últimas rechazados por la mayoría de los votantes. La insensibilidad de Romney frente a las necesidades y aspiraciones de la clase media no pasó inadvertida. Ya son clásicos sus pronunciamientos y metidas de pata al respecto. Al final de la campaña general, cuando se movió hacia el centro, las mayorías no le creyeron. Lo siguieron viendo como un empresario frio y calculador, dispuesto a decir y prometer cualquier cosa con tal de salir elegido.
El análisis de los avances técnicos de la campaña de Obama para focalizar los mensajes, movilizar los probables votantes y obtener los márgenes necesarios para ganar en  los llamados estados “swing” y en el colegio electoral, merece una columna especial. Son muy interesantes.


viernes, 5 de octubre de 2012

¿Qué sigue para Obama después del debate?

Columna publicada el 5 de Octubre en mi blog DESDE WASHINGTON en Semana.com

Durante el primer debate presidencial, el presidente Barack Obama desconcertó con su floja actuación frente al contendor republicano, Mitt Romney. El miércoles los republicanos se acostaron muy contentos, pensando que su candidato había ganado.  Los demócratas se fueron a dormir apesadumbrados.

No es que, con este debate, Obama haya perdido las posibilidades de ser reelegido. Es que dejó pasar una magnífica oportunidad para, ante una audiencia de más de 67 millones de personas, noquear a Romney de una vez por todas.

Obama se vio sombrío, carente de chispa y buen humor. Lució aburrido y, en ocasiones, molesto. Permitió que Romney tomara la delantera y lo pusiera contra las cuerdas. Ante los continuos ataques del republicano, defendió sus programas para sacar al país de la recesión, fortalecer la creación de empleos, garantizar el acceso de todos los norteamericanos a la salud, proteger las clases medias  y mejorar las finanzas públicas. Atacó algunas de las propuestas presentadas por Romney al país, en los meses anteriores al debate. Pero le faltó vigor y contundencia. Se negó a poner sal sobre las heridas en la piel del candidato republicano, como resultado de las reacciones del electorado frente a sus expresiones de desprecio frente al 47 por ciento del país, por ejemplo, cuando expresó que se trataba de personas sobre las cuales no se iba a preocupar, por tratarse de “quejetas”, incapaces de salir adelante por sí mismos.
El Presidente se encontró frente a un opositor que parecía sobrecafeinado y quien, para la sorpresa de todos, cambió súbitamente de libreto. Se declaró el defensor de las clases medias, negó que piense recortar los impuestos a los ricos, insistió que su fórmula para reducir el déficit funcionará, y se presentó como un moderado, capaz de dialogar con demócratas y republicanos para solucionar los problemas de la economía y el país. ¿Por qué Obama no le quitó la careta al nuevo Romney que apareció en el escenario, por qué no reaccionó frente a sus cifras falsas y medias verdades?

Las explicaciones que todavía se están dando son diversas: la estrategia definida por sus principales asesores, cansancio por la altura de Denver y poco tiempo para prepararse más adecuadamente, entre otras.
Obama llegó a este debate fortalecido: de acuerdo con los resultados de las encuestas previas, tenía una ligera ventaja en la voluntad del voto nacional y una más grande en los estados que son clave para esta elección. Como se sabe, el Presidente de los Estados Unidos no se elige de manera directa ni de acuerdo con la sumatoria de los votos de todo el país. A cada estado se le asigna un número de delegados o votos electorales, de acuerdo con el tamaño de su población.

Algunos tienen clara mayoría ya sea demócrata o republicana. Otros pueden ser conquistados por uno u otro candidato. Estos últimos son los llamados “estados oscilantes”, que resultan fundamentales para que uno de los candidatos complete los 270 votos electorales que se requieren para ser declarado ganador.
Obama comenzó a tomar ventaja a partir de su exitosa convención. Su discurso fue serio y convincente. Los del expresidente Bill Clinton y la Primera Dama, Michelle Obama, inspiraron a la mayoría de los demócratas y de no pocos independientes. Ambos ofrecieron razones suficientes para confiar en el Presidente y  darle cuatro años más de mandato. La audiencia, diversa y multicromática, mostró en todo momento un auténtico entusiasmo. En resumen, la convención demócrata fue muy exitosa.

Muchos candidatos, después de algunas semanas, comienzan a perder los puntos ganados al calor y entusiasmo de las convenciones. Hasta el debate, el Presidente no sólo mantuvo los puntos ganados en las encuestas hasta ese momento, sino que los aumentó. Hay que admitir que las razones no sólo residieron en los aciertos de la campaña demócrata, sino en los errores de la republicana y en las metidas de pata monumentales de Romney. Unas embarradas que no fueron simples y olvidables equivocaciones verbales. Fueron autogoles que sirvieron para confirmar las peores sospechas sobre la personalidad del candidato, su insensibilidad frente a los problemas de la clase media y los pobres y su aparente intención de seguir protegiendo los privilegios de los millonarios y billonarios, aún a costa de los más débiles.
 
Los estrategas políticos suelen recomendar a los candidatos que llevan la delantera que no asuman demasiados riesgos en los debates. En el caso de los presidentes que aspiran a la reelección, la regla general es la de que deben aparecer como estadistas serios que no caen en provocaciones. Pero Obama exageró su pasividad y cayó en la aburrición. Es cierto, no cometió errores fundamentales que le costaran puntos. Pero no reaccionó a tiempo y dejó pasar oportunidades obvias para destapar las inexactitudes de Romney y quitarle su nueva careta de moderado.

¿Significa lo anterior que el debate le vaya a costar la reelección a Obama?

No necesariamente. En primer lugar, porque no se conoce el impacto real que tenga el encuentro sobre la voluntad de voto. Las numerosas volteretas que ha dado Romney en su vida política le han quitado credibilidad. Faltan todavía tres semanas y dos debates presidenciales y otro vicepresidencial antes del día de elección. Con lo que dijo y no dijo durante el debate, Romney dejó mucho material que puede ser utilizado sagazmente en  publicidad de ataque. Lo que es también importante, Obama rápidamente modificó la estrategia y, durante las manifestaciones llevadas a cabo los dos días siguientes, dijo lo que ha debido decir el miércoles. Haciendo gala del mejor humor y la agudeza de que es capaz, el Presidente le comenzó a quitar la careta a Romney “el moderado”. Finalmente, las estadísticas conocidas este fin de semana sobre la baja en el desempleo de 8.2 a 7.8 por ciento, apoyan la tesis de Obama de que el país está mejor y que la senda que se ha recorrido debe preservarse.

Hay que continuar siguiéndole el pulso a esta campaña.

Embarradas, mentiras y aciertos en convención republicana

Columna publicada el 4 de septiembre en mi blog DESDE WASHINGTON en Semana.com

En lo que se refiere a mentiras, engaños, distorsiones y cinismo, la reciente convención republicana pasará a la historia como una de las peores en la historia de los Estados Unidos.
Las convenciones de los partidos en EEUU ya no cumplen la función de elegir los candidatos de los partidos para la Presidencia. Ellos ya llegan seleccionados, después del largo proceso de las primarias. En consecuencia, no existen sorpresas o emoción.

El papel que cumplen las convenciones, ahora, es el de servir como acto de unificación partidista y de coronación del candidato respectivo, ofrecer una imagen positiva de él y su compañero de fórmula para la vicepresidencia, entusiasmar las bases, conquistar nuevos votantes y exponer la propuesta. Vamos a ver qué tanto cumplió la convención republicana de la semana pasada:
El partido republicano hizo esfuerzos por mostrarse como un partido amplio e inclusivo.  Su gran reto es el de conquistar el voto de un mayor porcentaje de mujeres, latinos y afroamericanos. De allí que entre los oradores escogidos hubiera un gran número de representantes de dichos grupos. Sin embargo, cuando las cámaras mostraban los delegados, el panorama era impresionantemente blanco, blanco, blanco y rubio, rubio, rubio. Aquí o allá, se captaba un muy reducido número de personas de color y  razas distintas. Casi lucían como elementos de decoración para romper la monotonía cromática. Esta contradicción podemos considerarla como la primera embarrada.

La participación del admirado Clint Eastwood, justo antes del candidato Romney, se constituyó en una comedia de equivocaciones. Al principio, cuando un Eastwood muy envejecido, despeinado y de voz cascada pronunciaba palabras sin orden o sentido aparente, los presentes no entendían lo que estaba sucediendo: estaba haciendo el show de la silla vacía, en la que se le habla a un personaje imaginario que se supone la ocupa. El personaje era Obama. Cuando los presentes entendieron, rieron mucho. Confieso que también reí, pero después sentí un inmenso pesar por el gran Eastwood, el actor y director y, más recientemente, el relator del patriótico comercial que puso a hablar a los Estados Unidos. Hizo el oso.
Por su parte, el orador principal de la primera noche de la convención, el gobernador de New Jersey, no pudo frenar sus ambiciones y egocentrismo. Cuando se suponía que era al mayor responsable de exaltar la figura y las propuestas del candidato, sólo hasta que llegó a la palabra 1.800, de las 2.000 que tenía su discurso, mencionó el nombre de Romney. La mayor parte la dedicó a destacar sus propias experiencias y éxitos en su Estado o a exaltar sus virtudes como líder. ¡La embarró!

En el terreno de lo vergonzoso, está el caso de un par de convencionistas que vieron a una camarógrafa negra de CNN. Le tiraron maní y le dijeron: “Tome. Con ésto nosotros alimentamos a los animales”. El escándalo se extendió en segundos por las redes sociales y los medios. Las sacaron de la convención pero afianzaron el temor de que entre sus miembros pululan racistas del más profundo extremismo.

En lo que se refiere a mentiras, engaños, distorsiones y cinismo, esta convención pasará a la historia como una de las peores. En primer lugar, casi todos los oradores acogieron la acusación de que Obama había afirmado que los empresarios no habían construido sus empresas. Lo que quiso decir el Presidente es que la infraestructura construida por el Estado había facilitado el desarrollo de la empresa privada. Lo citaron de manera amañada para acusarlo de enemigo del sector privado.
El propio candidato Romney cayó en algunas mentiras o distorsiones. La principal fue la de que reiteró la acusación de que Obama se propone recortar en 715 billones de dólares el programa de salud para los pensionados (Medicare) para financiar su reforma del sector, con lo cual perjudicará a las personas mayores ya retiradas. No, lo que propone Obama es un esquema para disminuir los costos de Medicare y las sumas que facturan médicos y hospitales, sin perjudicar a los pensionados. Más aún, hace algunos meses Ryan propuso desde el Congreso la misma suma de recortes en los costos de ese programa y Romney posteriormente lo apoyó.

Hablando del candidato a la Vicepresidencia, indiscutiblemente se coronó como el más mentiroso. No había terminado sus palabras, aplaudidas entusiastamente por los convencionistas, cuando los periodistas enumeraron por lo menos seis mentiras relacionadas con las propuestas o realizaciones de Obama respecto de la reforma a la salud, Medicare, creación de empleos, fracaso de una empresa automovilística, presupuesto y la comisión creada para solucionar el déficit. Llegó al cinismo de atacar al Presidente por el fracaso de dicha comisión, cuando Ryan fue uno de los artífices del fracaso, al oponerse radicalmente a sus recomendaciones.  Se ganó seis pinochos.
Después de las convenciones de cada partido, sus candidatos ganan algunos puntos en las encuestas. Esas ganancias algunas veces persisten, y en otras ocasiones se desvanecen.

En el caso de la convención republicana de la semana pasada, los delegados presentes en Tampa gozaron y se rieron de lo lindo. Por primera vez, quizás, demostraron real entusiasmo por Mitt Romney y veneración por Paul Ryan. Se puede decir, entonces, que sirvió para reunificar el partido y entusiasmar las bases. Sin embargo, los resultados de las encuestas hasta ahora publicadas no se movieron en su favor. Cero de ganancia. Lo anterior puede querer decir que los personajes y los discursos se vieron y sonaron mejor en el salón de la convención, ocupado por los más activistas miembros del partido, que en los hogares que se conectaron a través de la televisión u otros medios de comunicación.
La gran falla de esta convención, entonces, sería la de que no aumentó la intención de voto por Romney, entre los sectores que debía conquistar: el de los todavía indecisos, mujeres y minorías. Una conclusión más clara se podrá sacar después de la convención demócrata que finalizará el jueves de esta semana.

Y es que el discurso de Romney estuvo literariamente bien escrito, pero fue muy pobre en detalles sobre lo que se propone hacer en caso de llegar a la Presidencia. Es más, su programa de cinco puntos no sólo fue planteado de manera muy superficial, sino que representa principios elementales de la ortodoxia conservadora. Muchas de las  frases bonitas contradicen algunas de sus propuestas, y las ideas planteadas por Ryan desde la Cámara de Representantes, que fueron apoyadas calurosamente por Romney. Difícil que, con éste programa, conquiste indecisos y votantes más liberales.

La esposa del candidato, Ann Romney, desempeñó un papel adecuado, presentando detalles sobre su matrimonio, las cualidades personales de su esposo y su carrera. Parte de su misión era la de tratar de humanizar a un candidato que todavía es percibido por muchos como insensible a los problemas y aspiraciones del norteamericano corriente y sin principios firmes. La señora Romney cumplió esta parte de su función adecuadamente. Mejor de lo que muchos esperábamos. De otra parte, dedicó gran parte de sus palabras a seducir las mujeres votantes, que se muestran tan esquivas en el apoyo a Romney. Ella misma se proyectó como una mujer valiente en la enfermedad, de carácter y que ama a su marido. Queda en duda que haya logrado convencer a un porcentaje significativo de sus congéneres.

El mayor acierto de la Convención fue la presentación de la exsecretaria de estado, Condoleza Rice. Su discurso fue de altura: el de una estadista que sabe lo que está diciendo. La manera como lo pronunció y ella se presentó, muy acertadas. Quedó posicionada como una de las líderes más valiosas  e intelectualmente sólidas en el partido republicano. Si ella hubiera sido la compañera de fórmula para la Vicepresidencia, como tantas veces se rumoró,  Romney tendría más posibilidad de atraer el voto de las mujeres y las minorías.

Humo negro sobre el gobierno de Chávez

Columna publicada el 27 de agosto en mi blog DESDE WASHINGTON en Semana.com

El humo negro que todavía está saliendo de la refinería de Amuay en Venezuela está tiznando la cara del Presidente Chávez y de todo su gobierno. Si no logran limpiarlas pronto, las repercusiones electorales pueden ser muy significativas.
En materia de elecciones muy rara vez hay resultados seguros. De repente estalla un escándalo sobre alguno de los candidatos, se produce un hecho que pone de presente la incompetencia del responsable o un fenómeno natural afecta el país, sin que las autoridades atiendan adecuadamente a los damnificados, para que se produzca un tsunami en la opinión pública. Solamente después de que los votantes han expresado sus preferencias en las urnas y los votos se han contabilizado correctamente, se puede saber quién o quiénes fueron los ganadores legítimos. Cuando algunos analistas pensábamos que las elecciones parecían cuesta arriba para el candidato de la oposición, Henrique Capriles, estalló la más importante refinería en Venezuela, con un resultado, hasta este momento, de 48 muertos y muchísimos heridos.

Sucede que tres días después de la conflagración, los bomberos y técnicos no habían logrado apagar el incendio. No obstante lo anterior, el lunes por la mañana el Presidente de PDVSA declaró que el fuego estaba contenido en el área de los dos tanques de depósito en llamas. Por la tarde, el Vicepresidente de la República informó que un tercer tanque se estaba incendiando. ¡Quiera Dios que la grave situación no se les siga saliendo de las manos!
Hasta ahora, los destrozos no se limitan a lo sucedido en la refinería. Con ella estallaron edificaciones vecinas, algunas de las cuales eran ocupadas por miembros de la guardia civil y sus familiares. Otras, por humildes familias que perdieron todo. Finalmente, también fueron afectadas fábricas aledañas. Sus empleados, de la noche a la mañana, quedaron sin sus empleos y fuentes de ingreso.

Es probable que esta tragedia haya sido causada por falta de mantenimiento oportuno y por incompetencia en el manejo de la planta. Existe el testimonio de varios obreros de PDVSA que desde horas antes sintieron un fuerte olor a gas. Igualmente, los de trabajadores de una fábrica vecina que sintieron el mismo olor y fueron autorizados a dejar la edificación antes del final de sus turnos. Lamentablemente, los trabajadores del siguiente turno no fueron evacuados y muchos de ellos fallecieron. Uno alcanzó a enviar un dramático mensaje de texto, minutos antes de morir, en el que daba cuenta del fuerte olor a gas. El Presidente Chávez no ha aceptado la explicación de que, por falta de adecuado y oportuno mantenimiento, escaparon gases que terminaron por convertir la refinería en una poderosa bomba que estalló. Tememos que su promesa de llevar a cabo una estricta investigación no será cumplida antes de las elecciones.
No obstante lo anterior, el humo negro que se desprende de las llamas del complejo petrolero de Amuay está cubriendo, no sólo el cielo de la refinería, sino el prestigio que todavía conservaban el Presidente Chávez y su gobierno. Más aún, si la información oficial respecto de la existencia de suficiente gasolina para satisfacer la demanda interna no resulta cierta y si en Amuay no se pueden reiniciar pronto las labores de refinación, la paciencia de la población venezolana terminará por agotarse, a pesar de la manera discreta y contenida con la que han informado los medios.

A esta tragedia se suma la ocurrida hace pocos días en el centro penitenciario Yare I, cuando un enfrentamiento entre reclusos dejó un saldo de 25 muertos. Cifras no oficiales calculan que durante el primer semestre de este año más de 300 reclusos han perdido la vida en este tipo de enfrentamientos.
Para no hablar de los damnificados por las lluvias de la semana pasada que todavía no han sido atendidos. Cuando el Presidente anunciaba la organización de apoyo para las islas del Caribe que fueran afectadas por la Tormenta Tropical Issac, 1.500 familias del Táchira seguían aisladas y sin alimentos a causa de los derrumbes causados por el invierno.

Todos estos hechos están teniendo como resultado el aumento en el número de venezolanos que se preguntan quién o quiénes los gobiernan, quién asume responsabilidades y hasta cuándo van a tener que aguantar. Esta reflexión puede conducir a un gran aumento en la votación por Henrique Capriles. Lamentablemente, y como lo señalé en mi columna de hace diez días, “las ventajas del monopolio gubernamental  de los medios electrónicos de comunicación…y la falta de controles por parte de otros órganos del Estado, entre ellos los electorales” pueden conducir a que la voluntad de los votantes no sea reconocida en los resultados “oficiales” de las mismas. Sin una efectiva observación electoral externa, las autoridades pueden idear mecanismos para amañar los resultados a su favor.