Hasta el último momento muchos
dirigentes republicanos seguían convencidos de que Mitt Romney derrotaría a
Barack Obama. El propio candidato se demoró, más de lo corriente, en reconocer el
triunfo del Presidente. No salían de su asombro. Perdieron todos los estados que
eran fundamentales para que alcanzaran la mayoría en el colegio electoral,
excepto uno. Perdieron también el voto nacional y no se explicaban por qué.
Miles de palabras siguen siendo
impresas en los periódicos y revistas, pronunciadas en los medios electrónicos
y enviadas a través del Internet para explicar los resultados. Los gobernadores
republicanos se reunieron y entraron en el debate sobre la derrota. Muchos culparon
al candidato, otros a los miembros más extremistas de su partido. Chris Christie,
el gobernador de New Jersey, dijo una verdad de Perogrullo: Romney perdió
porque Obama obtuvo más votos. Los
republicanos intentaron convertir la elección en un referéndum sobre el
Presidente. La campaña de este último no se dejó y la estrategia fue la de
plantearle al electorado una escogencia entre dos personas, dos estilos, dos
ideologías y dos plataformas distintas. En la comparación, la mayoría prefirió
a Obama y decidió reelegirlo.
Pero, en últimas, ¿por qué Obama
ganó el apoyo mayoritario del país y obtuvo los márgenes suficientes para
triunfar en los estados clave para reunir los votos del colegio electoral, a
pesar del alto desempleo y unas tasas de crecimiento que todavía son bajas?
El Presidente salió avante en los
hombros de una coalición compuesta por mujeres en general, sobre todo solteras,
jóvenes de ambos sexos, afroamericanos, asiáticos y latinos. Si, latinos que
salieron a votar masivamente y hoy representan el 10 por ciento del electorado.
En el caso de los hispanos (y en
gran medida de los asiáticos), la alta votación por Obama (siete de cada diez
lo hicieron por él) se explica por las siguientes razones:
· Aspiran a mejorar su situación
económica, ofrecer a sus hijos una educación de buena calidad y tener acceso a
los servicios de salud. Confían en que el gobierno de Obama les ofrecerá estas
oportunidades.
· Piensan que el gobierno tiene un
papel importante que cumplir para fortalecer la pequeña y la mediana empresa,
incentivar la creación de empleos bien remunerados y mejorar la infraestructura.
·
Son
conscientes de que el déficit no se puede solucionar a costa de la clase media
y trabajadora, sin que los millonarios y billonarios paguen mayores tasas de
impuestos.
·
Creen
que Obama tiene los programas más adecuados para continuar solucionando los
graves problemas generados por ocho años del gobierno Bush, la sensibilidad
para entender y apoyar a las clases media y trabajadora y a los inmigrantes que
vinieron a este país buscando un mejor futuro para sus hijos y familia.
Las anteriores razones hicieron
que los latinos se pronunciaran de manera contundente en las urnas. Ya no
podrán seguir siendo ignorados o menospreciados políticamente.
En el caso de los jóvenes de
ambos sexos y las mujeres solteras, el extremismo de los republicanos frente a
los llamados temas sociales, entre ellos la libertad sexual y reproductiva,
resultaron fundamentales para que decidieran seguir apoyando al Presidente, no
obstante las dificultades actuales para conseguir empleo. De igual manera, los
programas de su gobierno para facilitar que los jóvenes de clase media y
trabajadora puedan llegar a la Universidad y seguir estudios de postgrado, sin
que queden quebrados antes de finalizar, y la reforma de la salud que les
garantiza poder contar con estos servicios hasta los 26 años, a través de las
pólizas de sus padres. Romney había anunciado que, de llegar a la Presidencia,
tumbaría la reforma a la salud u
“Obamacare”.
Para los afroamericanos, no sólo el
compromiso del Presidente de apoyar a las clases medias y trabajadoras fue
factor fundamental para otorgarle nuevamente el voto. Las promesas hechas por
legisladores republicanos, desde el
primer día de su primer período, de bloquear las iniciativas de Obama y sus
programas, tuvieron que resultar profundamente ofensivas e interpretadas como
racismo extremo. En consecuencia, 9 de cada 10 afroamericanos apoyaron la
reelección.
De manera más general, y no
obstante la endeble situación de la economía, el hecho de que durante las
primarias Romney se hubiera colocado a la derecha de la derecha y hubiera
abrazado las posiciones más extremas de miembros de su partido en temas como la
libertad sexual y reproductiva, la inmigración y el recorte de los impuestos
para los más ricos, como la fórmula mágica para hacer crecer la economía, fueron
en últimas rechazados por la mayoría de los votantes. La insensibilidad de
Romney frente a las necesidades y aspiraciones de la clase media no pasó
inadvertida. Ya son clásicos sus pronunciamientos y metidas de pata al
respecto. Al final de la campaña general, cuando se movió hacia el centro, las
mayorías no le creyeron. Lo siguieron viendo como un empresario frio y calculador,
dispuesto a decir y prometer cualquier cosa con tal de salir elegido.
El análisis de los avances
técnicos de la campaña de Obama para focalizar los mensajes, movilizar los
probables votantes y obtener los márgenes necesarios para ganar en los llamados estados “swing” y en el colegio
electoral, merece una columna especial. Son muy interesantes.
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