viernes, 25 de noviembre de 2011

LA GIRA DEL PRESIDENTE

Columna enviada a diarios de Colprensa el 24 de noviembre, 2011
Le fue bien al Presidente Santos en su visita al Reino Unido y Turquía.  En momentos en que nuestros principales socios enfrentan grandes dificultades económicas, resulta urgente tratar de diversificar mercados y promover nuevas inversiones. Y está muy bien que Santos trate de aprovechar sus conexiones internacionales para beneficiar a Colombia y los colombianos.
En Londres no sólo se reunió con el Primer Ministro, David Cameron,  el Secretario de Asuntos Exteriores, William Hague, y otros altos funcionarios, dirigentes de los principales partidos de oposición, parlamentarios y sector privado, sino que fue recibido por la Reina. Cerró su visita con una reunión con el Príncipe Carlos.
El Primer Ministro fue especialmente caluroso al expresar que están “muy impresionados” con el liderazgo de Santos, especialmente en lo que respecta a la agenda económica, y con el papel de nuestro país en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Es muy difícil que un Presidente de un país latinoamericano sea recibido en el Reino Unido con todos los honores. La visita debió ser particularmente satisfactoria para el Presidente Santos, quien estudió en Londres y vivió allí por 10 años, cuando trabajaba con la Federación Nacional de Cafeteros y representaba a Colombia en la Organización Internacional del Café. Santos es uno de los colombianos que mejor conoce y entiende las instituciones, la economía y la cultura británicas. Además, aprecia el país y considera a Londres su segundo hogar.
Está bien, entonces, que como Presidente, Juan Manuel Santos trate de aprovechar sus conexiones internacionales para generar beneficios para Colombia y los colombianos. Con la difícil situación que las economías de nuestros principales socios comerciales están atravesando, resulta urgente que se busquen oportunidades de exportación y cooperación en otras tierras. Así mismo, que se aproveche el buen momento de Colombia para promover inversiones extranjeras.
Lo anterior le viene como anillo al dedo al actual gobierno del Reino Unido, interesado en acercarse más a la América Latina. Colombia puede ser una buena puerta de entrada.
En sus presentaciones oficiales, el Presidente utilizó un cuidadoso lenguaje diplomático, al resaltar los avances de Colombia y los cambios en su política exterior. En la conferencia de Canning House,  por ejemplo, afirmó que “en el campo internacional, me comprometí desde el primer día en hacer del respeto, la cooperación y la diplomacia los ejes de nuestras relaciones exteriores. Y así hemos obrado”. Remató señalando que “nos hemos concentrado en consolidar las mejores relaciones con los países de nuestra región y del mundo”.
En sus intervenciones improvisadas, y es el caso de la que hizo frente a la comunidad de colombianos que viven en Londres, fue más explícito en marcar diferencias con la política exterior de su antecesor. Se le escaparon unos “ya” que deben tener con los pelos de punta a algunos de los más ardientes uribistas: “Por fortuna, ya la agenda nuestra en materia de política exterior ha cambiado sustancialmente”, dijo. “Colombia ya está comenzando a ser cada día más admirada y respetada”, añadió.
Como resultados iniciales de esta visita se cuentan el interés del Reino Unido en buscar el aumento del comercio en ambas vías y el compromiso de brindar asistencia técnica a Colombia en los campos de asociaciones público-privadas, derechos de tierras y mecanismos de acceso a la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, conformada, en su mayor parte, por los países que están en las grandes ligas.
El Ministro de Asuntos Exteriores para América Latina aprovechó la visita del Presidente Santos para invitar a las universidades e institutos de investigación de su país para que le den prioridad a las de Colombia, dentro de sus iniciativas de cooperación externa. Importante y oportuna esta colaboración, para ver si logramos mejorar la deficiente calidad de muchas de nuestras universidades.
Su viaje a Turquía y la apertura de una Embajada en Ankara es interesante, pero con resultados menos obvios e inmediatos para Colombia. Con casi 75 millones de habitantes, dicho país tiene un pié en Europa y otro en el Medio Oriente. Su importancia estratégica ha aumentado. Así mismo, los problemas que le origina su vecindario con Siria.
Uno de los objetivos del gobierno Santos es el de fortalecer las relaciones y el intercambio con los países emergentes considerados promisorios, bautizados como los CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sur Africa).  De allí que se hayan retomado las negociaciones para la suscripción de un tratado de libre comercio con Turquía y otro para la protección de inversiones.
Para el sector privado colombiano será más difícil abrir nuevos negocios con un país sobre el que conocemos poco. Con tratados o sin tratados, se requerirán tiempo y esfuerzos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

ESTADOS UNIDOS, QUE LIO

Publicado en mi blogg DESDE WASHINGTON en Semana.com el 18 de noviembre, 2011.
En los Estados Unidos, como en Europa, los problemas para sacar la economía de la crisis son en este momento más políticos que técnicos. Son de gobernabilidad. Colombia ya no es “el Tíbet de Suramérica” al que se refería el Presidente López hace más de 35 años. Su futuro depende también de lo que pase en los Estados Unidos y en la Unión Europea. De allí que nos interese hoy, más que nunca, el seguimiento del tema electoral.
Los gobiernos demoran en arrancar. Falta de experiencia, poca coherencia y claridad y  cierta timidez para tomar el toro por los cuernos, son algunas de las razones. Y el gobierno del Presidente Obama no fue una excepción.
Mientras arrancaba motores, en medio de una profunda crisis económica, sus márgenes de maniobra política se fueron disminuyendo. Se vinieron encima las elecciones de medio término sin que las clases medias y los pobres sintieran que las medidas adoptadas estaban mejorando su situación económica y perspectivas. El movimiento del Tea Party fue ganando notoriedad e influencia dentro del partido republicano. Lograron elegir varios congresistas y mandatarios en estados clave. El partido demócrata perdió sus mayorías.
No obstante su anacronismo y profundo conservatismo social, los del Tea Party han continuado aumentando su influencia dentro de los republicanos. Su punto de vista de que el problema es el gobierno y que,  en consecuencia, hay que mermarle sus ingresos y achicarlo sustancialmente  se fue afianzando.
Todavía hoy muchos se preguntan, entre ellos Bill Clinton, por qué el gobierno de Obama no buscó que se aumentara el techo legal de la deuda, antes de que las  mayorías demócratas se esfumaran. Cuando quiso hacerlo, lo republicanos trapearon con él y su imagen como líder sufrió un enorme desgaste. El país se vio, por primera vez en su historia, al borde de la cesación de pagos.
El diálogo entre el gobierno y la oposición para buscar soluciones consensuadas al problema de la deuda, fracasó, ante la inflexibilidad republicana. Se conformó en el congreso una comisión paritaria de los dos partidos para acordar las fórmulas que permitan disminuir el déficit en 1.2 millardos de dólares en diez años. El plazo con que cuenta dicha comisión para presentar sus propuestas a ambas cámaras vence la semana entrante. De no ser aprobadas por las plenarias antes del 23 de diciembre, el gobierno deberá proceder a hacer recortes anuales a los gastos de todas las instituciones durante diez años. La mitad de dichos ahorros provendrá del sacrosanto presupuesto del Pentágono. (Las partidas de ayuda internacional, incluyendo Plan Colombia, podrían verse afectadas). A pesar de lo anterior, hasta la fecha, la comisión está empantanada.
Bajo la influencia del Tea Party y de los sectores más reaccionarios, los congresistas republicanos han adoptado como principio el de que no aprobarán más impuestos o el recorte de beneficios con que cuentan actualmente los más ricos y las grandes corporaciones.  Es tan fuerte esta tendencia, que inclusive todos los precandidatos republicanos han asumido dicho compromiso, no obstante que la mayor parte de la población apoyaría el aumento de algunos impuestos. 
En lo que a los demócratas se refiere, a pesar de que han aceptado la disminución de gastos y el ajuste a programas sociales como Medicare (salud) y el seguro social, exigen que la solución sea balanceada entre recortes de gastos y mayores ingresos.
En los Estados Unidos, como en Europa, los problemas para sacar la economía de la crisis son en este momento más políticos que técnicos. Son de gobernabilidad. Como señaló recientemente el Fondo Monetario Internacional,  "la parálisis política y la incoherencia han contribuido a exacerbar la incertidumbre, la falta de confianza, y la inestabilidad financiera".
Si se tiene en cuenta la grave situación que se vive dentro de la Unión Europea, con varios países al borde del precipicio, la falta de acuerdos en el Congreso de Estados Unidos aumentará notoriamente esa incertidumbre y la inestabilidad internacional. Aquí como allá, las consecuencias serán, no sólo económicas y sociales, sino también electorales. A eso juegan los republicanos.
Si en Europa los gobiernos de Portugal, Irlanda, Grecia y recientemente Italia cayeron empujados por el inconformismo de las mayorías, probablemente ocurra lo mismo en España y los Estados Unidos.
En España, las posibilidades electorales del Partido Socialista ya parecen perdidas. Obama y los demócratas todavía tienen probabilidades de sobrevivir. Eso dependerá de su habilidad para unificar mensajes y convencer a los votantes de que los grandes responsables de la crisis y de su profundización son los republicanos: por su extremismo, recalcitrancia y  obstruccionismo, y por su entrega a los intereses de los más ricos y las grandes empresas. De igual manera, dependerá de las dificultades que tenga quien finalmente sea seleccionado como candidato de la oposición (probablemente Romney) para moverse más hacia el centro del espectro político y conquistar el voto de los independientes.
Seguiremos en sintonía.

jueves, 10 de noviembre de 2011

EL PANORAMA ELECTORAL EN LOS ESTADOS UNIDOS

A un año de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el panorama es desolador: unos partidos políticos incapaces de llegar a acuerdos pragmáticos en el congreso, un ramillete de precandidatos republicanos a la Presidencia cada vez más radicales y un Presidente demócrata, debilitado, que está tratando de enfrentar, todavía sin éxito, los efectos de la crisis económica de 2008. Las posibilidades de que Obama sea derrotado no son pequeñas. Como decía mi abuelita, “Dios nos ampare y nos favorezca”.

El pasado miércoles, los precandidatos republicanos a la Presidencia llevaron a cabo un nuevo debate. El tema era la economía. Lo que dijeron y no dijeron produce una enorme preocupación, en momentos en que el país no acaba de salir de la recesión, el desempleo permanece alrededor del 9 por ciento y los partidos en el Congreso todavía no han llegado a acuerdos mínimos sobre cómo pueden comenzar a solucionar el problema del déficit, sin empujar la economía a una nueva recesión.
De allí que la pobreza conceptual de los precandidatos republicanos y la escases de propuestas hagan parar los pelos. Para solucionar los problemas del país no proponen nada distinto a cortar los impuestos de los ricos y las grandes corporaciones, eliminar los controles a las empresas y las regulaciones bancarias y dejar que, mágicamente, todo sea solucionado por las fuerzas del mercado. Paralelamente, proponen cortar agresivamente gastos, incluidos los sociales, y eliminar agencias gubernamentales.
Bajo la influencia del Tea Party, el movimiento más extremista y retrógrado dentro del partido  republicano, han desaparecido, tanto el equilibrio de George Bush padre, quien se atrevió a aumentar los impuestos aún a costa de su reelección, como el pragmatismo de Reagan y el “conservatismo compasivo” de Bush hijo.
Con razón, los republicanos todavía no están seguros sobre a quién apoyar entre:
Mitt Romney, exgobernador de Massachusetts, millonario, bien parecido y acartonado, quien causa desconfianza entre muchos sectores, no sólo por su religión (es mormón), sino porque ahora dice oponerse a proyectos y conceptos que apoyó en el pasado. Supuestamente, era el favorito en la línea de partida, pero no ha logrado superar un 30 por ciento de apoyo.
Michele Backmann, la única mujer, cuenta con respaldo dentro del Tea Party. Es social y políticamente tan extremista, que califica de “socialistas” a algunos de sus colegas republicanos en la competencia.
Rick Perry, Gobernador de Texas, cuando se lanzó era considerado uno de los candidatos con posibilidades. Esa esperanza le permitió sumar apoyos y recoger rápidamente grandes aportes económicos. En sus presentaciones había aparecido como superficial y mal preparado. Este miércoles su participación en el debate produjo pena en cuerpo ajeno. Planteó que, de ser elegido Presidente, acabaría con tres agencias estatales. Cuando las fue a enumerar, no pudo mencionar sino dos. Los minutos de su angustiosa laguna parecieron eternos. Este lapsus probablemente acabe de enterrar su candidatura.
Herman Cain, africano americano, sus méritos han sido los de ser presidente de una empresa de pizzas y presidir la asociación de restaurantes. Es un candidato fresco y ultraconservador que, hasta la semana pasada, venía subiendo en las encuestas hasta empatar con Romney. Pero alguien encontró cómo parar su ascenso: la prensa publicó que había sido acusado de acoso sexual por dos empleadas de la asociación. En su momento, la organización las indemnizó y les exigió silencio. Acaba de aparecer una tercera mujer que lo ha acusado, gráficamente, de haberla atacado sexualmente. No se cree que su candidatura sobreviva este escándalo.
Newt Gingrich, exjefe de la Cámara de Representantes durante el período de Bill Clinton,  culpable del cierre y parálisis del gobierno por las barreras que erigió para la aprobación del presupuesto. Cayó en desgracia, se retiró del congreso y se dedicó a hacer dinero, dar conferencias y publicar libros. Recientemente contrajo terceras nupcias con una rubia mucho menor que él. Parece que llegó el momento de que Gingrich ocupe la silla que está dejando vacía Cain, como favorito para competir contra Romney.
En medio de este panorama electoral, el apoyo general para el Presidente Obama sigue siendo débil: en promedio, las encuestas muestran que el 50 por ciento de la población no aprueba su gestión de gobierno y el 45 por ciento la aprueba. Tan sólo obtiene marcas altas en la lucha contra el terrorismo y la política exterior. Con un desempleo tan alto y una situación social tan dura, no resulta fácil que sea reelegido.
Como decía mi abuelita, “Dios nos ampare y nos favorezca”.

martes, 1 de noviembre de 2011

HILLARY CLINTON, SUS BATALLAS PREVIAS

A todo lo largo de su vida pública, primero como esposa y luego como líder, Hillary Clinton ha tenido que luchar por obtener un espacio propio y el respeto de sus conciudadanos. No le ha sido fácil, pero lo logró. Estos son los antecedentes sobre su carrera, antes de ser Secretaria de Estado.
Como esposa fiel y solidaria de Bill Clinton, Hillary resultó clave para la primera elección de su esposo y para su reelección como Presidente, no obstante sus escándalos de faldas y el juicio en el Congreso que casi lo tumba. Ella compartió los triunfos y angustias de su marido, como verdadera socia política. Eso lo reconocía el propio Clinton. Cuando fue elegido, dijo que el electorado había elegido a uno y ganado dos.
Abogada destacada, acostumbrada a trabajar y a tener un espacio profesional serio, al llegar a la Casa Blanca asumió el papel de Primera Dama de una manera muy poco tradicional, si se compara con el de sus antecesoras inmediatas, quienes pertenecían a otras generaciones. La figura con la cual se podría comparar es la de Eleonor Roosevelt, una de sus heroínas.
Al principio, Hillary se dio contra las paredes. No sabía bien cuál era su lugar. Personas cercanas al gobierno cuentan que con frecuencia rompía el protocolo. Cuando llegaban nuevos embajadores a presentar sus cartas credenciales, por ejemplo, en lugar de irse a una sala aparte a tomar el té con la esposa y familia del embajador, se quedaba en el salón principal y se sentaba entre el diplomático y el Presidente. Le costaba entender que la prensa y la opinión pública vivieran pendientes de detalles tan superficiales como el cambio de peinado, o de cualquier palabra suya. Los medios la atacaban inmisericordemente.
Su imagen se vio seriamente afectada por el fracaso en la reforma de la salud. El Presidente Clinton le dio el encargo de presidir la comisión que se encargaría de estudiar y recomendar cambios al sistema. No se conformó con proponer modificaciones marginales sino de fondo. Los grupos que defendían intereses y se sentían amenazados con las reformas, gastaron millones en mensajes publicitarios en contra de la propuesta y de Hillary directamente. Al final, el proyecto fue rechazado por un porcentaje alto de la opinión pública y por el Congreso.
En sus memorias sobre sus años en la Casa Blanca, Hillary confiesa que los primeros seis meses fueron brutales: recibieron tantos ataques, les ocurrieron tantas cosas, incluida la muerte de su padre, “que no sabía a donde recurrir, así que hice lo que frecuentemente hago cuando me enfrento a la adversidad: me sumergí en una agenda tan febril que no había tiempo para la autocomiseración".

Con toda la disciplina de la que es capaz, Hillary se dedicó a reinventarse como Primera Dama y a impulsar proyectos más tradicionales, relacionados con la niñez y la familia. Sin embargo, de sus Memorias resulta claro que, privadamente, continuó siendo asesora cercana de su marido en temas diversos de política interna y externa.

Al final del segundo período presidencial de Clinton, Hillary comenzó acariciar la idea de asumir un papel político propio, independiente de Bill. De lanzarse a la arena electoral, ella misma. Volvió a reinventarse, se lanzó como candidata al Senado por Nueva York y, contra muchos augurios, ganó, no obstante no provenir de dicho estado.
Luego vino la dura competencia por la candidatura del partido demócrata a la Presidencia, que Clinton perdió frente a Obama. ¿Por qué perdió?  Este es un análisis largo. En resumen, se puede decir que, dentro de sectores de su partido, había cansancio frente a los Clinton. Así mismo, que los enemigos que se habían creado se vinieron de frente contra ella. En el fondo, quizás, los demócratas no estaban listos para nominar a una mujer como su candidata al cargo más importante del país.   En todo caso, hay que reconocer que Obama era una figura atractiva, fresca y sin equipaje. Se constituyó en el símbolo del cambio.
Hillary fue elegante en su derrota. Siguió siendo leal a su partido y apoyó la candidatura de Obama. En ese momento, muchos sectores opinaron que este último debería llevarla como fórmula para la Vicepresidencia. Obama no lo hizo así. Una vez elegido, y luego de pensarlo por varios días con la almohada, le ofreció el cargo de Secretaria de Estado, el más importante en el Gabinete.
Hoy, ella puede reclamar la puesta en práctica de una nueva doctrina para el ejercicio del poder internacional de los Estados Unidos. "El poder suave" del que ella habla, o "el poder inteligente", como otros lo han bautizado.
Qué seguirá para ella?
En mi blog DESDE WASHINGTON, en Semana.com, analizo las alternativas. El link para mi columna allí es

HILLARY CLINTON, ¿QUÉ SIGUE?

Publicado en mi blog DESDE WASHINGTON en Semana.com el 1 de noviembre, 2011
A lo largo de su vida pública, Hillary Clinton ha tenido que luchar por obtener un espacio propio y el respeto de sus conciudadanos. No le ha sido fácil, pero lo logró. Durante lo que va corrido del gobierno de Obama, Hillary ha trabajado con lealtad, humildad y discreción. Hoy se encuentra en el pináculo de su fama como Secretaria de Estado. ¿Qué sigue en la carrera de esta luchadora?
Durante estos casi tres años del gobierno Obama, Hillary Clinton ha trabajado con lealtad, humildad y discreción, sin reclamar triunfos propios y atribuyéndole al Presidente los aciertos que se han tenido en el campo internacional. Y compartiendo sus errores. Ha callado sus diferencias con Obama y su equipo de seguridad en la Casa Blanca. Hasta hace muy poco.
La prestigiosa revista Time le dedicó su carátula de la edición que comenzó a circular esta semana. El título es “Hillary Clinton y el surgimiento del poder inteligente”. Como si fuera poco, en su primera plana de este lunes, el Washington Post, diario que no se puede calificar como cercano a ella, publicó un artículo muy positivo bajo el título “Los esfuerzos de Clinton en la guerra de Libia considerados vitales”. ¿Qué está pasando?
El artículo de Time parece dirigido a definir el legado de Hillary como Secretaria de Estado. A  destacar su capacidad para buscar beneficios máximos para el país utilizando las herramientas tecnológico-militares y los nuevos instrumentos de comunicación social. Lo que ella denomina, junto con el académico Joseph Nye, “el poder suave”, y el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (siglas en inglés CSIS) el “poder inteligente”. La tesis es la de que, en este siglo XXI, han surgido nuevos poderes en el mundo y múltiples retos relacionados con organizaciones terroristas, al tiempo que los pueblos se enfrentan a sus gobernantes o tiranos haciendo uso de las nuevas herramientas de comunicación y redes sociales. Mientras tanto,  los Estados Unidos tienen problemas económicos y presupuestales y, su población, poco apetito por aventuras militaristas tan costosas como las de Irak y Afganistán. Como consecuencia de lo anterior,  este país debe combinar inteligentemente el poder militar que todavía tiene (poder duro), con su poder tecnológico en esta área, y con las herramientas más suaves de la economía, el desarrollo y los nuevos instrumentos informáticos y de comunicación social.
Time destacó la impresionante capacidad de Hillary para trabajar, desplazarse por tres países en tres días, hablar y convencer a líderes mundiales.
Por su parte, el Washington Post, reconoció el papel entre bambalinas que la Secretaria de Estado jugó para la aprobación de los ataques de NATO a Libia y a Gaddafi y el apoyo a la población rebelde. Ahora sabemos que tuvo que comenzar por convencer a Obama sobre la importancia de la operación y sus posibilidades de éxito, a pesar de que ni una sola bota norteamericana pisó el terreno. Cuando la alianza estuvo a punto de disolverse, Hillary viajó, habló con distintos líderes de países árabes y occidentales y salvó la asociación que, finalmente, tuvo como resultado la caída y muerte del tirano.
En las declaraciones que sirvieron de base para el artículo de Time, Hillary reiteró que, al final de este período de Obama, se retirará de su cargo.
No es una coincidencia que dos de los principales medios impresos de los Estados Unidos, en el curso de una misma semana, reconozcan y aplaudan el liderazgo y la capacidad de Hillary. La primera interpretación es la más sencilla: Hillary Clinton, con justicia, quiere comenzar a aclarar y definir su legado como Secretaria de Estado. Esto lo hicieron gran parte de sus antecesores.
Las otras interpretaciones pueden ser más complejas: una de ellas es la de que, al retirarse del Departamento de Estado, quiere ocupar una posición desde la que pueda aportar más en áreas de política interna y jurisprudencia, que definirán lo que serán los Estados Unidos, como Nación, a partir del siglo XXI. Algunos piensan que sería magnífico contar con ella en la Corte Suprema de Justicia.
Otros pensamos que, no pudiendo en esta oportunidad ser candidata a la Presidencia y enfrentando Obama obstáculos grandes para su reelección, Hillary y sus seguidores quieren poner de presente que ella puede ser la fórmula ideal como candidata a la Vicepresidencia. Aportaría votos contantes y sonantes, experiencia y renombre internacional, en un período muy complejo desde los puntos de vista interno y externo.  
Esta película se irá despejando, poco a poco, el año entrante. Permanezcan sintonizados.