viernes, 5 de octubre de 2012

Humo negro sobre el gobierno de Chávez

Columna publicada el 27 de agosto en mi blog DESDE WASHINGTON en Semana.com

El humo negro que todavía está saliendo de la refinería de Amuay en Venezuela está tiznando la cara del Presidente Chávez y de todo su gobierno. Si no logran limpiarlas pronto, las repercusiones electorales pueden ser muy significativas.
En materia de elecciones muy rara vez hay resultados seguros. De repente estalla un escándalo sobre alguno de los candidatos, se produce un hecho que pone de presente la incompetencia del responsable o un fenómeno natural afecta el país, sin que las autoridades atiendan adecuadamente a los damnificados, para que se produzca un tsunami en la opinión pública. Solamente después de que los votantes han expresado sus preferencias en las urnas y los votos se han contabilizado correctamente, se puede saber quién o quiénes fueron los ganadores legítimos. Cuando algunos analistas pensábamos que las elecciones parecían cuesta arriba para el candidato de la oposición, Henrique Capriles, estalló la más importante refinería en Venezuela, con un resultado, hasta este momento, de 48 muertos y muchísimos heridos.

Sucede que tres días después de la conflagración, los bomberos y técnicos no habían logrado apagar el incendio. No obstante lo anterior, el lunes por la mañana el Presidente de PDVSA declaró que el fuego estaba contenido en el área de los dos tanques de depósito en llamas. Por la tarde, el Vicepresidente de la República informó que un tercer tanque se estaba incendiando. ¡Quiera Dios que la grave situación no se les siga saliendo de las manos!
Hasta ahora, los destrozos no se limitan a lo sucedido en la refinería. Con ella estallaron edificaciones vecinas, algunas de las cuales eran ocupadas por miembros de la guardia civil y sus familiares. Otras, por humildes familias que perdieron todo. Finalmente, también fueron afectadas fábricas aledañas. Sus empleados, de la noche a la mañana, quedaron sin sus empleos y fuentes de ingreso.

Es probable que esta tragedia haya sido causada por falta de mantenimiento oportuno y por incompetencia en el manejo de la planta. Existe el testimonio de varios obreros de PDVSA que desde horas antes sintieron un fuerte olor a gas. Igualmente, los de trabajadores de una fábrica vecina que sintieron el mismo olor y fueron autorizados a dejar la edificación antes del final de sus turnos. Lamentablemente, los trabajadores del siguiente turno no fueron evacuados y muchos de ellos fallecieron. Uno alcanzó a enviar un dramático mensaje de texto, minutos antes de morir, en el que daba cuenta del fuerte olor a gas. El Presidente Chávez no ha aceptado la explicación de que, por falta de adecuado y oportuno mantenimiento, escaparon gases que terminaron por convertir la refinería en una poderosa bomba que estalló. Tememos que su promesa de llevar a cabo una estricta investigación no será cumplida antes de las elecciones.
No obstante lo anterior, el humo negro que se desprende de las llamas del complejo petrolero de Amuay está cubriendo, no sólo el cielo de la refinería, sino el prestigio que todavía conservaban el Presidente Chávez y su gobierno. Más aún, si la información oficial respecto de la existencia de suficiente gasolina para satisfacer la demanda interna no resulta cierta y si en Amuay no se pueden reiniciar pronto las labores de refinación, la paciencia de la población venezolana terminará por agotarse, a pesar de la manera discreta y contenida con la que han informado los medios.

A esta tragedia se suma la ocurrida hace pocos días en el centro penitenciario Yare I, cuando un enfrentamiento entre reclusos dejó un saldo de 25 muertos. Cifras no oficiales calculan que durante el primer semestre de este año más de 300 reclusos han perdido la vida en este tipo de enfrentamientos.
Para no hablar de los damnificados por las lluvias de la semana pasada que todavía no han sido atendidos. Cuando el Presidente anunciaba la organización de apoyo para las islas del Caribe que fueran afectadas por la Tormenta Tropical Issac, 1.500 familias del Táchira seguían aisladas y sin alimentos a causa de los derrumbes causados por el invierno.

Todos estos hechos están teniendo como resultado el aumento en el número de venezolanos que se preguntan quién o quiénes los gobiernan, quién asume responsabilidades y hasta cuándo van a tener que aguantar. Esta reflexión puede conducir a un gran aumento en la votación por Henrique Capriles. Lamentablemente, y como lo señalé en mi columna de hace diez días, “las ventajas del monopolio gubernamental  de los medios electrónicos de comunicación…y la falta de controles por parte de otros órganos del Estado, entre ellos los electorales” pueden conducir a que la voluntad de los votantes no sea reconocida en los resultados “oficiales” de las mismas. Sin una efectiva observación electoral externa, las autoridades pueden idear mecanismos para amañar los resultados a su favor.

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