martes, 29 de marzo de 2011

La Gira de Obama (II)

A Obama le fue bien en América Latina. En EU, mientras tanto, le aplicaron la máxima de “palo porque bogas, palo porque no bogas”.
El Presidente Barack Obama hizo bien al seguir adelante con su viaje a Brasil, Chile y El Salvador. El mensaje sobre la importancia que le otorga a América Latina resonó positivamente en la región. No así entre sus usuales críticos republicanos y algunos columnistas en los medios de Estados Unidos, para quienes el hecho de que el Presidente no estuviera en Washington cuando se estaba lanzando una operación militar en Libia, era como si se estuviera distanciando de su propia política.  En palabras de Richard Cohen del Washington Post, “el hombre que supuestamente debía ser el centro de todo estaba en la periferia”.  Les cuesta trabajo entender que Obama no quiere ejercer una Presidencia imperial, o que Estados Unidos aparezca como el líder de otra operación militar en el Medio Oriente. Les cuesta trabajo aceptar el mesurado estilo del actual Presidente. Afortunadamente, Obama no es Bush.
En las relaciones humanas y las internacionales el estilo cuenta. El del Presidente Obama, respetuoso y deferente frente a otros jefes de estado y los pueblos latinoamericanos, también cayó muy bien.
Los símbolos también cuentan. Por primera vez un Presidente norteamericano citó al gran poeta chileno, Pablo Neruda, quien fue de izquierda. En El Salvador, visitó la tumba de Monseñor Romero, asesinado por el ejército y los grupos de extrema derecha de ese país. Como dijo el Presidente Funes, ese gesto fue “el reconocimiento no sólo a un líder espiritual, sino también a alguien que entregó su vida por la paz, por la justicia, por la concordia y por los débiles y los desamparados”.  En Brasil  se refirió a la “maravillosa Presidenta”, y recordó sus luchas por la democracia y contra la represión.
Los mensajes fueron también, en su mayor parte bien recibidos y aceptados. Reconoció ampliamente los progresos alcanzados por los países latinoamericanos, en general, y Brasil y Chile, en particular, no sólo respecto de la estabilidad y crecimiento de sus economías, sino en el fortalecimiento de sus democracias, lucha contra la pobreza y ampliación de oportunidades para sus gentes. Reiteró su tesis de que la asociación que busca con los países latinoamericanos está basada en la igualdad y en las responsabilidades comunes, en el mutuo respeto y mutuo interés, y en los valores comunes.
Puede que Dilma no haya obtenido una promesa firme de que Estados Unidos apoyará la aspiración brasileña de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Tampoco podía esperar esa promesa: están todavía frescos los coqueteos de Lula con Irán y su falta de claridad frente a los afanes caudillistas y prácticas antidemocráticas en Venezuela y Nicaragua. Como si fuera poco, y en contradicción a la importancia que la actual Presidenta otorga al respeto por los derechos humanos, antes de la gira, Brasil se abstuvo de apoyar en ese mismo Consejo la misión humanitaria para proteger al pueblo libio y evitar un genocidio por parte de Gadafi.  A pesar de lo anterior, Obama se comprometió con Rousseff a que “los Estados Unidos continuará trabajando con Brasil y otros países en reformas que hagan el Consejo de Seguridad más efectivo, más eficiente y más representativo”. (Después de la gira, Brasil apoyó en Naciones Unidas el nombramiento de un delegado especial que estudie la situación de los derechos humanos en Irán).
Las principales áreas de cooperación con América Latina que el gobierno del Presidente Obama ha identificado, hasta ahora, fueron resumidas por él mismo en Chile: seguridad para nuestros ciudadanos, incluyendo lucha contra las drogas y el tráfico de armas; comercio y desarrollo que traigan más prosperidad y creen empleos; energía limpia; y defensa de la democracia y los derechos humanos.
La agenda no es débil, como puede parecer después de una lectura rápida. Lo que es débil es la implementación que está teniendo, el presupuesto que se le está dedicando y las contradicciones en que ha incurrido el propio Obama. El Washington Post puso de presente algunas de ellas: Obama dio por sentado que la democracia se ha fortalecido en el Hemisferio y “no mencionó, siquiera una vez, Venezuela, Nicaragua, Ecuador o Bolivia o sus crecientemente autocráticos gobernantes”. En materia de comercio, los acuerdos con Colombia y Panamá fueron congelados hasta muy recientemente por el actual gobierno, no han sido presentados al Congreso para su ratificación y no se ha dado un plazo para hacerlo.
No obstante lo anterior, la gira de Obama fue exitosa y generó la esperanza de que el gobierno y el sector privado de los Estados Unidos avancen más significativamente en la implementación de esta alianza. Lástima que en EU le hubieran dado palo.

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