La reciente visita del Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, puede gestar una valiosa alianza entre los dos países. Esa es una buena inversión.
Después de 20 años de gobiernos de derecha, Mauricio Funes ganó con un 52% las elecciones en El Salvador como candidato del FMLN. Era un periodista independiente que no formaba parte de los cuadros o la dirigencia del partido de la exguerrilla. Pero no le ha tocado fácil.
A pesar de los acuerdos de paz de 1992, El Salvador sigue siendo un país profundamente polarizado. La derecha no se ruboriza al autocalificarse como derecha y una parte de la izquierda todavía sueña con aplicar el modelo cubano o el socialismo siglo XXI de Chávez. De allí que, al comienzo de su mandato, su programa de centro- izquierda fuera mirado con suspicacia por los unos y los otros. Hoy, tanto la izquierda como la derecha comprenden que su propuesta de promover la actividad privada, a la vez que luchar contra la exclusión, es seria. Contribuir al diálogo y a reducir la polarización son logros no despreciables.
La dolarizada economía salvadoreña todavía no acaba de salir de la recesión a la que la condujo la crisis financiera internacional. En 2009 el PIB se redujo en 3.5%, las exportaciones en 16% y las remesas, fuente fundamental de ingresos para los pobres, en más de 8%. En 2010 las exportaciones y otras variables mejoraron, aunque se calcula que la tasa de crecimiento no superó el 1%. Los programas planteados por el gobierno van en la dirección correcta, pero los retos siguen siendo sustanciales.
No obstante, ese país pobre y pequeñito, con un área que cabe cómodamente en el Departamento Norte de Santander, tiene mejores indicadores de pobreza y distribución del ingreso que Colombia! Representa un mercado que, aunque reducido, ofrece oportunidades de exportación para la pequeña y mediana empresa y la agroindustria, y posibilidades de inversión con miras al mercado centroamericano integrado. En materia de inversión ya han abierto camino el Banco Agrario, El Decamerón y Avianca, hoy asociada con Taca, con vuelos directos desde Bogotá y a una distancia inferior a la de Miami.
Desde el punto de vista geopolítico, una alianza salvadoreño-colombiana y la cercanía Funes-Santos pueden convertirse en fiel de la balanza frente a Nicaragua y en antídoto para que el discurso anti colombianista, por cuenta de las aspiraciones limítrofes de ese país, no se generalice en la subregión. Mauricio Funes es hoy también un freno para las aspiraciones de Chávez de ampliar su influencia en Centroamérica. No resulta entonces extraño que el Presidente Obama haya incluido a El Salvador en su primera gira hacia América Latina.
La poca sustancia en la información publicada en las páginas Web de la Presidencia y la Cancillería sobre la visita del joven y atractivo Presidente salvadoreño, se reflejó en el pobre cubrimiento por parte de la prensa escrita de Bogotá. En la rueda de prensa de los dos presidentes, vimos un Santos poco inspirado, frente a un Funes animado y articulado.
El Salvador quiere trabajar de la mano de Colombia en materia de seguridad. La inseguridad ha sido uno de los principales retos del país. La tasa de asesinatos se encuentra hoy alrededor de 80 por cada 100.000 habitantes, superior a la que tenía Colombia en 2002. Las pandillas juveniles se están convirtiendo en estructuras vinculadas con el crimen organizado y las mafias de narcotraficantes, dedicadas al homicidio, las extorsiones, el tráfico de armas y de estupefacientes. El Salvador es parte del corredor del Pacífico a través del cual se transportan las drogas producidas en Colombia con destino a los mercados del norte y se importan armas para los grupos ilegales.
A Colombia le conviene compartir con El Salvador sus conocimientos y buenas prácticas en el fortalecimiento de la policía y el ejército para la lucha antidrogas. Así mismo, sus experiencias en materia de administración de justicia. No sólo se trata de llevar a cabo una política de “buen vecino”, sino de debilitar la ruta del Pacífico para la exportación de estupefacientes y la importación de armamentos.
Una alianza Colombia-El Salvador y Santos-Funes es una buena inversión.
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