Columna enviada a diarios de Colprensa el viernes 28 de octubre.
Me había prometido no opinar sobre las elecciones del próximo domingo, pero la tentación es muy fuerte. Me atreveré, entonces, a escribir a la distancia algunas opiniones sobre el proceso, en general, y sobre la elección en la capital de todos los colombianos, en particular. Al fin y al cabo, Bogotá ya no es el espacio urbano, exclusivo de los bogotanos. A todos nos interesa.
Con estas elecciones locales, los partidos tradicionales quedarán todavía más debilitados. El partido conservador, con un fuerte enfrentamiento entre sus directivas y el expresidente Pastrana, desaparecerá de Bogotá. En otras ciudades grandes, ha tenido que recurrir a alianzas, algunas espurias, para poder elegir a algunos alcaldes y gobernadores. A su turno, el joven candidato del partido liberal en la capital, sacará una de las votaciones más bajas, no obstante contar con reconocidas calidades. En otras ciudades, también el partido rojo se ha visto obligado a pactar alianzas, no siempre sanctas.
Siempre he opinado que la elección generalizada de alcaldes y gobernadores fue improvisada e inoportuna, en momentos en que el Estado no tenía el control de todo el territorio nacional, y la presencia de los dineros de la mafia del narcotráfico y del paramilitarismo tuvieron las puertas abiertas para influir fuertemente en muchas elecciones locales.
El atractivo de llegar al poder local, para manejar presupuestos, contratos y nombramientos es tan grande, que el número de movimientos y candidatos llega a ser ridículo. En varias ciudades, hasta ayer se seguían negociando alianzas. La confusión para los electores este domingo será muy grande. Pero el resultado peor será el de que, en no pocas ciudades y departamentos, serán elegidos alcaldes y gobernadores con porcentajes de votación excesivamente bajos. Es decir, se elegirán mandatarios que frente a sus gobernados carecerán de mandato y legitimidad y que no contarán con apoyo suficiente en los órganos legislativos locales. La consecuencia, entonces, será la de que dichos mandatarios recurrirán a la compra de apoyos, a través de contratos y nombramientos, para obtener alguna gobernabilidad. ¡Deprimente!
En el caso de la elección de Alcalde para Bogotá, las últimas encuestas no permiten sacar conclusiones claras, fuera de lo que todos sabemos: la pelea será entre Petro, Peñalosa y Gina. La encuesta de Datexco, que no tiene hoy total credibilidad por las acusaciones que se le han hecho de reducir los tamaños de sus muestras, otorga a Petro el primer lugar, el segundo a Gina y el tercero a Peñalosa, con empate estadístico entre estos dos últimos.
Por lo anterior, resulta muy riesgoso entrar a predecir los resultados. Sin embargo, asumiré el riesgo y me atreveré:
En mi opinión, Petro será el ganador: la derecha y el centro están dividiendo sus votos básicamente entre Peñalosa, Gina y Galán. A pesar de sus altos “negativos” y de su falta de experiencia administrativa y gerencial, Petro pasará triunfante por el medio. Logrará canalizar a su favor la mayor parte de los votos tradicionales del Polo. A estos se sumarán sus votos propios entre los estratos 1 y 2 y los de sectores de la clase media que reconocen su liderazgo, lucha contra la corrupción y su compromiso con la democracia. Sumará, adicionalmente, una parte del apoyo que antes tenía Mockus, de los que no se sienten cómodos con Peñalosa y menos con el expresidente Uribe.
Existe cansancio frente a Peñalosa, a pesar de su muy buena gestión en la Alcaldía. Ya no es el candidato de las propuestas novedosas. Injustamente, es percibido como pedante y lejano. La suma neta de los votos que le brindará Uribe, más los que le quedaron después del abandono de Mockus, no le alcanzarán para ganar. En mi opinión, ocupará el segundo lugar.
Si mis predicciones son acertadas, Gina obtendría una votación muy cercana, pero inferior a la de Peñalosa. Es una figura todavía muy nueva, que no ha tenido tiempo para solidificar una imagen clara y construir una base política propia, más allá de una parte del voto de opinión que logrará canalizar. Tiene, además, como puntos negativos, el hecho de haber renunciado a su silla en el Senado y haberse marchado del país. Mockus le sumará votos, por supuesto, pero no demasiados. El Mockus de hoy no es el mismo del de hace algunos años, cuando con sus gestos teatrales e inesperados, y sus frases ininteligibles, despertaba entusiasmo entre los jóvenes. Ya no es el líder favorito de columnistas y medios de comunicación. Su imagen se debilitó.
Si mis predicciones resultan ciertas, Petro será un Alcalde alejado del Polo y con problemas de apoyo en el Concejo. Por el bien de Bogotá, le deseamos éxito.
Apreciados lectores, hagan sus apuestas y, en todo caso, el domingo salgan a votar.
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