Hillary Clinton es, sin duda, uno
de los más exitosos Secretarios de Estado en la historia reciente de los
Estados Unidos. Hoy es aplaudida por la opinión pública, los medios y
periodistas en general, incluyendo a aquellos que antes no le tenían simpatía y
la atacaban inmisericordemente. Su imagen se ha fortalecido hasta el punto de
que sus porcentajes de aprobación son superiores a los del Presidente Obama.
Después de perder las primarias
del partido demócrata frente a este último, muchos pensamos que la invitaría a
acompañarlo como candidata a la Vicepresidencia. Calculábamos que le aportaría un número alto
de votos entre las mujeres y los sectores del partido que la respaldaban
entusiastamente. Pero Obama no lo hizo así. Quizás no se sentía lo
suficientemente cómodo con la que fue su contrincante inicial. Prefirió nominar
a Joe Biden, quien como Vicepresidente lo ha hecho bien.
A Hillary le ofreció un importante
premio de consolación: la Secretaría de Estado. Desde allí ha trabajado con
lealtad, disciplina e inteligencia. Sus aportes a los triunfos internacionales
de Obama y su gobierno han sido significativos. Ha logrado que su país aplique
lo que ella llama “el poder inteligente” y otros denominan “el poder suave”. En
momentos en que Estados Unidos enfrenta problemas económicos y presupuestales,
la población se muestra reacia a apoyar nuevas aventuras militares tan costosas
como las de Irak y Afganistán. En
consecuencia, frente a los retos internacionales que han surgido, se han
combinado los recursos tradicionales del poder militar (duro), con la
inteligencia, el uso de nuevas tecnologías en esta área, y las herramientas más
suaves de la economía, la ayuda al desarrollo, la informática y la comunicación
social.
Más allá de sus aportes a la
estrategia, Hillary ha sorprendido por sus capacidades como gerente de la
compleja telaraña de instituciones que dependen del Departamento de Estado y
por el hábil manejo de problemas mundiales simultáneos, grandes y diversos.
Con bastante anticipación, anunció
que, después de este primer período de gobierno, se retirará de su puesto como
cabeza del Departamento de Estado.
Los medios de comunicación y la
opinión pública inmediatamente especularon que el Presidente, ante las
dificultades para ser reelegido, esta vez si invitaría a Hillary como compañera
de fórmula para la Vicepresidencia. Tampoco fue así. Obama no se animó a hacer
a un lado al leal Biden, para llevar a una persona que, sin lugar a dudas, le
aportaría muchos más votos y crecería la estatura de su gobierno. Es una
lástima que Estados Unidos todavía no elija una mujer, tan preparada como
Hillary, por lo menos para la Vicepresidencia.
Si Obama sale reelegido,
existiría la posibilidad de que la dirigente se candidatice para la Presidencia
en 2016. Puede ser un poco tarde. Estaría iniciando el período presidencial con
69 años y finalizándolo a los 73.
Cualquiera que sea su actividad
futura, le cabe la enorme satisfacción de terminar su gestión en la Secretaría
de Estado como la más admirada líder de su país y la segunda mujer más poderosa
del mundo.
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