sábado, 10 de marzo de 2012

¿Qué tableta comprar? Una decisión difícil

Columna publicada en mi blog DESDE WASHINGTON en Semana.com el 3 de marzo, 2012.

Entré relativamente tarde al uso de tabletas electrónicas. Vivía fuera de los Estados Unidos y todavía no estaba contagiada por el furor que estos aparatos estaban causando. La oficina donde trabajaba me había suministrado un BlackBerry y un buen laptop, y eso me parecía suficiente.
Apenas regresé a Washington, compré un BlackBerry de generación más reciente (el Torch) y un laptop de 13 pulgadas de Sony, el más liviano (3 libras),  delgado y rápido que en ese momento existía en el mercado. Si hubiera esperado seis meses, hubiera podido adquirir uno semejante, por menos de la mitad del precio. Desde entonces, decidí que debía estar mejor informada sobre los avances de la tecnología en esta área.
Sucedió, entonces, que me enamoré de las tabletas, a pesar de que no tenía claro para que las utilizaría, más allá de leer libros. (Eso ya lo venía haciendo en el sencillo Kindle de Amazon  que tenía mi marido). Cuando vi la publicidad del iPad de Apple y examiné de cerca el que tenía una amiga, sentí una emoción semejante a la que experimentaba cuando, de pequeña, iba a las tiendas de juguetes de los japoneses en San Antonio del Táchira, Venezuela: corazón palpitante, pulso acelerado y pupila dilatada.  
Quería comprarme este nuevo juguete electrónico pero no me decidí. Costo muy alto, 499 dólares para el modelo básico de 16 GB y muy pesado (1.33 libras) para leer en la cama o en la poltrona de mi biblioteca. No se justificaba adquirir un aparato de 10 pulgadas, cuando ya tenía un computador bastante liviano de 13.
Comencé a mirar las tabletas de la competencia, entre ellas las de Samsung, el fabricante coreano de pantallas de TV, teléfonos y computadores. Los precios me parecieron también exagerados, a pesar de que su tableta de 7 pulgadas, más liviana que la de Apple, se ajustaba a la idea que me había formado sobre lo que, personalmente, podría necesitar. Cuando uno se enamora de juguetes, trata de racionalizar unas supuestas necesidades.
A mediados del año pasado, cuando Amazon anunció el lanzamiento de su Kindle Fire, estudié detalladamente sus especificaciones y me convencí de que, finalmente, había encontrado la tableta que complementaba adecuadamente los aparatos que ya tenía. Con su pantalla de 7 pulgadas a colores, con una resolución que me parecía suficiente, 8 GB de memoria, 413 gramos de peso y un costo de sólo 199 dólares, tendría a mi alcance los cientos de miles de libros, películas y programas de TV que ofrece Amazon, más los periódicos de Colombia, Venezuela y España que leo muy frecuentemente y, por supuesto, la revista Semana que es el primer lugar en la Web que examino todos los días.
En septiembre me llegó el Kindle Fire y lo uso todos los días. El tamaño permite sostenerlo con una sola mano. Es suficientemente liviano para leer acostada. En segundos recibo los libros y videos comprados en Amazon.com. La nitidez de estos últimos es satisfactoria.  Lástima que el gigante de las ventas por Internet venda un número tan limitado de novelas electrónicas en español. Espero que alguien me aconseje en dónde hacerlo, a precios razonables.
Con ese precio comparativamente muy bajo, por supuesto el Kindle Fire tiene limitaciones. Las que son relevantes para mí son las siguientes:

·       No tiene posibilidades de conexión a las redes 3G. En consecuencia, no se puede utilizar como navegador.
·       Su antena es pequeña y en algunos espacios de la casa pierdo la señal del Internet.
·       Es lento para acceder a esa red.
·       El sonido, si no se usan audífonos, tiene bajo volumen.
·       No ofrece espacio para conectarle una memoria adicional externa.
·       A pesar de que es liviano, después de un rato sosteniéndolo con una mano, me canso.
Después de seis meses de uso, veo que una tableta resulta útil para mí, además de divertida. De allí que su compra esté justificada.
Frente a las limitaciones del Kindle Fire seguí investigando las nuevas tabletas que están saliendo al mercado. El nuevo modelo que Samsung lanzó este mes en el mercado de los Estados Unidos, el Galaxy Tab con pantalla 7.7, es muy atractivo: muy delgado y pesa menos que el Kindle Fire.  Es la primera tableta con pantalla Super AMOLED™ Plus. Los colores se ven increíbles y los contrastes más marcados. La resolución es de 1280 X 800 pixels. Su memoria interna es de 16 GB y se le puede conectar externamente otra de 32 GB. Tiene dos cámaras.  Sus altavoces son potentes. No solo se conecta a la red, sino también al sistema 4G LTE de Verizon.
De nuevo, el problema grave es el del costo. Casi 700 dólares si uno no se suscribe al servicio de transmisión de datos de Verizon. 499 si se suscribe y asume el costo mensual de 30 dólares (más impuestos y sobrecargos).
En consecuencia, me tocará esperar a que salga la nueva tableta de Asus MeMo 370T, que parece va a tener unas características semejantes a la última tableta de Samsung, pero con un precio que se rumora no será superior a 250 dólares. Amanecerá y veremos.








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