Enviado a Colprensa.
El poder de influencia de los presidentes de Colombia y EU, medida por su figuración en los medios de comunicación, resulta sorprendentemente contrastante. ¿Qué consecuencias tendrá lo anterior sobre su popularidad y posibilidades de relección?
Los presidentes colombianos siempre han ocupado un lugar de privilegio en los medios de comunicación. Esta tradición se ha intensificado con la llegada de Juan Manuel Santos al poder. Ha demostrado habilidad para pronunciarse oportunamente y captar la atención. Adicionalmente, su dicción y capacidad para comunicarse con la población, en general, mejoró notablemente desde la campaña. Hoy los colombianos vemos a un Santos que habla “de corrido” y utiliza dichos tan populares como “no nos crean tan pendejos”, que años atrás estaban prohibidos en la boca de los mandatarios. Los altos niveles de popularidad que ha mantenido por año y medio son el resultado, no sólo de la seriedad de su administración y la popularidad de algunas de las medidas adoptadas, sino de su acertada comunicación.
Si tomamos las ediciones electrónicas de dos medios, encontramos que en los 31 primeros días de este año, el Presidente Santos apareció mencionado en 579 artículos y columnas de El Tiempo y en 101 de Semana.com. La mayor parte de los artículos noticiosos en los que aparece tienen enfoques positivos o neutros. En las columnas de opinión los resultados son dispares. De continuar esta figuración, y permaneciendo constantes otros factores que influyen sobre el comportamiento de los electores, se podría predecir que Santos sería relegido.
El caso del Presidente Obama ofrece un contraste impresionante. Hay que admitir que ha tenido que enfrentar una situación muy difícil, por la herencia que recibió y la lentitud de la recuperación. Así mismo, que no cuenta con apoyo en el Congreso, ya que la Cámara tiene una mayoría republicana que desde los inicios de su administración decidió oponerse a la mayor parte de sus propuestas. Pero Obama, quien fue elegido, en alguna medida, por su capacidad oratoria para proyectarse como agente del cambio, ha tenido dificultades para mantener su mensaje original. Hasta finales del año pasado, parecía que había perdido su Norte y su magia.
Cuando comenzó a recuperarlos, la campaña para las primarias republicanas estaba en pleno furor y los medios, dedicados a cubrir los menores detalles. Han colocado sus baterías periodísticas a informar sobre los debates y los enfrentamientos entre los candidatos, sobre todo, entre Romney y Gingrich. El resultado ha sido que Obama ha desaparecido, prácticamente, de los medios. En los 31 días del mes de enero, tan sólo ha figurado de manera relevante en 40 notas publicadas por el Washington Post (dicha estadística excluye blogs y columnas de opinión). La edición electrónica de la revista Time, por su parte, ha publicado alrededor de 52 notas en donde el Presidente Obama figura sustantivamente.
Algunos comentaristas piensan que el cubrimiento, al final de cuentas, resultará positivo para las aspiraciones de relección del Presidente, ya que los republicanos se están debilitando entre ellos. Amanecerá y veremos.
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