Pblicado por Semana.com en mi blog DESDE WASHINGTON
Chávez no deja de sorprender. Nombró a Henry Rangel como Ministro de Defensa y a Diosdado Cabello como Presidente de la Asamblea. Las designaciones causaron alarma entre la oposición y en círculos internacionales. La prensa y algunos líderes de opinión han ofrecido distintas interpretaciones. ¿Hacia dónde va Chávez, qué pretende?
Chávez no deja de sorprender. Nombró a Henry Rangel como Ministro de Defensa y a Diosdado Cabello como Presidente de la Asamblea. Las designaciones causaron alarma entre la oposición y en círculos internacionales. La prensa y algunos líderes de opinión han ofrecido distintas interpretaciones. ¿Hacia dónde va Chávez, qué pretende?
Desde 2005, Rangel fue acusado por el gobierno de los Estados Unidos de colaborar con las FARC. Posteriormente, correos en el computador de Raúl Reyes lo señalaban como amigo de Timochenko, el nuevo jefe guerrillero. Cabello, por su parte, ha ocupado innumerables cargos durante el gobierno de Chávez y ha sido acusado de utilizar los recursos públicos con poca transparencia.
En los Estados Unidos el nombramiento de Rangel ha sido interpretado como un nuevo reto para este país y el Presidente Barack Obama. En Colombia, el sabor que ha quedado en la boca de muchos colombianos es el de que, con ese nombramiento, Chávez le ha dado una bofetada a su “nuevo mejor amigo”, el Presidente Juan Manuel Santos. Entre miembros de la desconcertada oposición venezolana el nombramiento de Rangel ha sido visto como una amenaza, ya que en alguna oportunidad afirmó que las milicias populares debían defender con sus armas el régimen.
Estas dos designaciones clave deben analizarse a la luz de las orientaciones de la revolución venezolana como socialista, militarista y antimperialista, a las creencias del Presidente Chávez, el momento histórico que vive el proceso de esa revolución, con unas elecciones el año entrante, y el estado de salud del propio mandatario.
Vamos por partes:
En primer lugar, la revolución venezolana ha sido descrita como un proceso de cambios profundos. Inicialmente, esos cambios no estuvieron dirigidos a la suplantación del sistema institucional y democrático del país o al establecimiento del socialismo. Sin embargo, año a año, “la revolución” se ha ido profundizando, las instituciones políticas y administrativas han sido alteradas significativamente y el régimen de propiedad privada ha venido siendo debilitado. Con estas designaciones y las que pronto seguirán, Chávez estaría enviando la señal a sectores impacientes y frustrados, de que el ritmo de los cambios se acelerará. De allí también que acabe de anunciar que 2012 será un año de “engranaje” para el inicio del segundo ciclo del Plan Socialista 2013-2019.
De otra parte, la cultura de Chávez es claramente militarista. En el fondo desconfía de los civiles. Al fin y al cabo, el mundo pequeño en que nació y creció en la ciudad de Sabaneta en los Llanos, se expandió enormemente con su llegada a la Academia Militar. Como afirma Abdón Vivas Terán en su tesis para optar al doctorado de la Universidad Complutense de Madrid, el líder venezolano ha venido reflejando su creencia sobre “la supuesta superioridad de los usos, hábitos, costumbres, normas e ideales del mundo militar sobre el mundo civil, sobre la sociedad civil en general y sobre la dirección, funcionamiento, diseño, valores, metas y objetivos del sistema político”. (Su tesis se puede encontrar en http://eprints.ucm.es/7972/1/T30387.pdf). Los nombramientos recientes estarían respondiendo a la posible intensión de ampliar aún más la participación de los militares en las instituciones y la vida venezolanas, comenzando con personas de su absoluta confianza en cargos clave. Ellos participaron en el primer intento de golpe contra Carlos Andrés Pérez y, posteriormente, le ayudaron a recuperar el poder cuando lo perdió por dos días.
Sectores de la izquierda civil más recalcitrante no necesariamente comulgan con el objetivo de ampliar la militarización del país. Chávez, entonces, designa a un militar acusado por los Estados Unidos. Con ello hace un gesto que internamente se interpreta como antimperialista y que sirve para apaciguarlos.
Pero no para allí: acaba de ordenar la formación de comandos estratégicos regionales conformados, entre otros, por los gobernadores bolivarianos, el jefe de la región militar respectiva, el comandante de la milicia en cada región y delegados de los trabajadores que laboran en unidades productivas socialistas.
Frente a las reservas que puedan tener Santos y la opinión pública colombiana por la designación de Rangel como Ministro de Defensa, presenta su decisión como una facultad soberana de su gobierno. A lo interno, envía un mensaje nacionalista, y al ejército ofrece pruebas de lealtad con sus miembros activos y retirados. De todas maneras, su cercanía con Timochenko le puede resultar útil.
Las reformas, programas y gastos gubernamentales, en los meses que faltan para la elección presidencial, resultarán fundamentales para la relección de Chávez. En la Asamblea, se introducirán medidas que el leal Cabello hará pasar de manera expedita. En lo que al Ministerio de Defensa se refiere, Henry Rangel estará a su cabeza para amarrar a la fuerza armada, defender el régimen y asegurarse de que militares menos afectos a la revolución bolivariana no caigan en la tentación de revelarse. Si Chávez pierde las elecciones, no sabemos hasta dónde se atreva a llegar Rangel.
En el caso de que el Presidente Chávez tema que su salud no le permitiera continuar en el ejercicio de la presidencia por un nuevo período, necesitará garantías personales y legales y que quien lo remplace defienda su legado. Sus viejos y más cercanos colegas militares le ofrecen tranquilidad.
En resumen, con los nombramientos que viene haciendo, el Presidente Chávez parece estar buscando una carambola a varias bandas. La futura designación de nuevo vicepresidente nos seguirá dando claves.
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