martes, 13 de septiembre de 2011

MARIA BONITA Y UNASUR

Publicada en mi blog "Desde Washington" por Semana.com en Sep 14, 2011.

Bautizada como María Bonita por el Presidente Hugo Chávez, María Emma Mejía asumió hace pocos meses el reto de reemplazar a Néstor Kirchner (QEPD) como Secretario General de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). No obstante el gran aprecio y el respaldo que le ofrecen tanto Chávez como Santos, son inmensas las dificultades para poner en marcha esta iniciativa, enrumbarla e influir sobre su agenda.  
UNASUR surgió primero de la iniciativa del Presidente Lula da Silva de crear una comunidad de países suramericanos, como un espacio para promover una mayor integración física, energética y ambiental en la región pero, sobre todo, una mejor coordinación en política internacional. De acuerdo con la declaración de Cusco, en la reunión en la que se concretaron las ideas en 2004, los jefes de estado destacaron la importancia de crear una comunidad que permita “una mayor gravitación y representación en los foros internacionales”.  Conocemos los esfuerzos del Presidente Lula por lograr la inserción del Brasil, como una de las grandes naciones emergentes, en el liderazgo de organismos multilaterales y en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Para el Presidente Chavez, en el papel que ha asumido de heredero del sueño de Bolívar, una “comunidad” no pareció suficiente. Luchó para que el proyecto se ampliara para incluir el objetivo final de la creación de una unión de países suramericanos. Y así quedó registrado en el Tratado de creación de la rebautizada UNASUR. Sin embargo, se le fijaron objetivos tan diversos y ambiciosos, que será difícil lograrlos entre países tan disímiles en sus dimensiones económicas, físicas y políticas.  Si después de tantos años y a pesar de los avances, los países europeos no han logrado llegar a la tan soñada unión económica, nuestra América del Sur tiene pocas posibilidades de lograrlo.
Para Kirchner, durante su primer año de mandato como Secretario General de UNASUR, fue difícil ir más allá de ampliar el diálogo político  en la región y apagar algunos incendios. A pesar de su inmensa capacidad política y poder dentro  su país y en la región, no logró avanzar siquiera en el establecimiento de una estructura administrativa y técnica en la Secretaría General y la aprobación de cuotas para su sostenimiento por parte de los países miembros. Podemos, entonces, intuir que para María Emma la tarea será descomunal. No se trata de subestimar las calidades que le han permitido a nuestra compatriota destacarse en el mundo diplomático. Se trata de reconocer que, durante su corto mandato, sin presupuesto y asesores técnicos en campos tan diversos como los que se contemplan en la organización, tendrá escasas posibilidades de enrumbar a la organización e influir sobre su agenda.
Por lo anterior, la participación reciente de María Emma en una conferencia en Washington sobre el futuro de los países andinos, fue recibida con simpatía pero con escepticismo. Su afirmación de que UNASUR servirá para preservar la democracia, fue contrarrestada por el Secretario de la OEA, José Miguel Insulza, quien reconoció que “esto de la democracia es bastante desordenado en la región”. Su confianza en que ahora si se podrá avanzar en la integración, dada la gran decisión política de los jefes de estado para que así se haga, pareció ingenuidad o desconocimiento de la larga historia de fracasos en América Latina, con proyectos de integración, no obstante tener objetivos más acotados.  Vinieron a la mente el Grupo Andino, la Alalc, la Aladi y, más recientemente, el Mercosur. Su perorata de que con este proyecto “todos ganaremos, no obstante las diferencias”… ya que “el fin superior de UNASUR son nuestros pueblos” sonó a propaganda. Su creencia de que en el Consejo de Defensa, conformado por los ministros del ramo de todos los países miembros, entre ellos Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela, existen unos valores comunes, produjo algunas sonrisas entre la audiencia.
La muy acertada y animada participación de Patricia Janiot como moderadora, impidió que la audiencia debatiera más a fondo temas como los de los “modelos de democracia”  en Suramérica, la madurez de nuestros jefes de estado y la intención, por parte de algunos de ellos, de “ideologizar” UNASUR.
Es fácil imaginar que María Emma cuenta con tanta ansiedad los meses que le faltan para terminar su período, como contó los minutos para que se diera fin al debate en esta conferencia en Washington.

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