La prensa norteamericana, en general, y el Washington Post, en particular, reconocieron oportunamente los logros de la lucha colombiana contra el terrorismo durante el gobierno de Uribe y su Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Así mismo, fueron positivos respecto de la utilización de los recursos de la ayuda de los Estados Unidos.
La publicación en el Washington Post del domingo 20 de agosto, de un artículo sobre el tema de “las chuzadas” por parte de los servicios de seguridad de Colombia, sorprendió por varios motivos:
En primer lugar, por la manera tan destacada como se publicó, en la parte principal de la primera página de la edición dominical. En segundo lugar, por el escandaloso titular “ayuda de EU implicada en abusos de poder en Colombia”. Dentro de la nota se afirma, entre otras cosas, que “dinero, equipos y entrenamiento norteamericanos, suministrados a unidades élite del servicio de inteligencia colombiano durante la última década fueron usados para llevar a cabo operaciones de espionaje” contra miembros de la Corte, opositores y grupos de la sociedad civil. Del contenido queda colgando la sospecha de que el gobierno de Estados Unidos estaba enterado de la utilización de sus recursos para actividades ilegales, a pesar de que se registran declaraciones de funcionarios norteamericanos negando cualquier vinculación.
La nota no fue firmada por Juan Forero, corresponsal del diario para Colombia. Aparecen como autoras Karen DeYoung y Claudia J. Duque. La señora DeYoung es periodista de planta de ese diario y escribe sobre temas internacionales desde Washington. Claudia J. Duque es presentada como periodista independiente de Colombia. No se informó a los lectores que la señora Duque es, además, activista defensora de derechos humanos y una de las dirigentes de la sociedad civil que ha acusado al gobierno de Uribe de seguimiento, espionaje y persecución contra ella misma. Sorprende que el venerable diario norteamericano hubiera omitido una información tan relevante. ¿Le metieron al Washington Post un gol, o fue el periódico quien no quiso dar a sus lectores información completa y elementos de juicio para poder calibrar mejor el contenido y posibles objetivos de un artículo tan importante?
Es claro que así como El Tiempo de Colombia hoy no es el mismo, tampoco lo es el Washington Post. Ambos dejaron de ser periódicos de familia, fieles a ciertos principios periodísticos y filosofías políticas. Hoy son conglomerados de empresas, en los que los intereses comerciales y la necesidad de producir ganancias para sus empresarios-accionistas prevalecen sobre lo demás. Hoy dependen más de análisis de ONGs, porque han recortado presupuestos para la investigación periodística propia y la contratación de periodistas profesionales.
A pesar de lo anterior, es de suponer que los viejos vínculos de la casa de El Tiempo y Juan Manuel Santos con la familia Graham, antiguos dueños del Washington Post y todavía sus accionistas principales, sirvieron para que, como reparación, Lally Weymouth hubiere viajado muy rápidamente a Colombia, entrevistado al Presidente Santos y a la Fiscal General y destacado su “cruzada en contra de la corrupción”. La periodista Weymouth, además de ser hija de Katharine Graham, presidente del periódico por muchos años, es actualmente su editora y ejecutiva en jefe. De vez en cuando publica entrevistas con importantes líderes mundiales y destacados jefes de estado. En el caso de Santos, la introducción a su entrevista destacó verdades muy positivas. “El Presidente colombiano Juan Manuel Santos llegó bien preparado para su cargo: previamente había servido como ministro de finanzas de su país y, más recientemente, ministro de defensa de su predecesor, Alvaro Uribe…. Santos, quien ha estado en el poder alrededor de un año y cuenta con un fuerte apoyo doméstico de 71 por ciento….”
A pesar de las anteriores entrevistas, el aparente objetivo del artículo sobre las actividades de los servicios de inteligencia colombianos produjo los primeros resultados: organizaciones sindicales y de derechos humanos, que se han opuesto al tratado de libre comercio entre EU y Colombia, ya están demandando un debate en el Congreso norteamericano sobre la ayuda al DAS y su supuesta utilización en actividades ilegales. Esto servirá, de paso, para afianzar la oposición al tratado por parte de algunos sectores.
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