En los Estados Unidos, oficialmente somos más de 900 mil las personas de origen colombiano. Es decir, nacimos en Colombia, en los EU o en cualquier otro país, de padres o abuelos colombianos, y en el censo del año pasado nos auto identificamos por nuestro ancestro de Colombia. ¿Quiénes somos, qué hacemos?
De acuerdo con los análisis censales recientemente publicados, ocupamos el séptimo lugar entre los grupos de origen hispano. Lejos en tamaño del impresionante número de mexicanos (32 millones o 63% del total) y después de los originarios de Puerto Rico, Cuba, El Salvador, República Dominicana y Guatemala, en su orden. Entre 2000 y 2010, crecimos en un porcentaje tan alto, que casi doblamos nuestro total aquí. Las personas de origen guatemalteco y salvadoreño se incrementaron mucho más que los colombianos. Todavía, sin embargo, nosotros aumentamos más del doble que la población hispana en su conjunto.
No es difícil intuir las razones para el alto aumento de migrantes colombianos: violencia, inseguridad, falta de oportunidades, en general, y de trabajo, en particular, en nuestro país de origen. En el censo y en los sondeos oficiales que se llevan a cabo esta pregunta no se incluye. Pero si uno interroga a los colombianos con los que se encuentra aquí, las respuestas son ésas. Quieren, para sí mismos, mejores posibilidades de empleo. Para sus hijos, las oportunidades que muchos de ellos no tuvieron para educarse, progresar y tener una vida más digna. En todo caso, aducen, buscan un mejor futuro para sus hijos y un ambiente más sano y seguro para criarlos.
Los colombianos trabajan fuertemente. Cuando llegan a Estados Unidos hacen el trabajo que sea necesario, aún el más humilde, para poder sostenerse a sí mismos y a sus familias, y enviar dinero a los que quedaron en Colombia. Nuestro país recibió $4.000 millones de dólares en remesas durante 2010. Un porcentaje significativo proviene del país del Norte. A pesar de las duras condiciones del mercado de trabajo que imperan desde 2009, los migrantes continuaron enviando sus giros a Colombia. En promedio, uno al mes.
De acuerdo con una encuesta detallada que se llevó a cabo en 2009, más de la mitad de la población de origen colombiano tiene la ciudadanía norteamericana. Es más joven que la población local, pero más vieja que la hispana en general. La edad mediana para los colombianos es de 34 años, frente a 37 años para los norteamericanos y 24 para los hispanos en general. Más de la mitad dice que se defiende bien en inglés.
El estado de la Florida concentra el mayor número de colombianos (295.000), seguido del área de New York y New Jersey (267.000). California y Texas concentran, cada uno, poblaciones superiores a 50.000.
Los hogares de los colombianos aquí están compuestos por 3 personas, en promedio. La mitad de esos hogares posee casa propia. Y hay un dato interesante: tan sólo una entre cinco mujeres (21%) que dieron a luz durante los 12 meses previos a la encuesta, no estaba casada. Este porcentaje es casi la mitad del que se presenta entre las hispanas y bastante inferior al 35% entre las mujeres norteamericanas.
La población de origen colombiano es más educada que la del total de hispanos: 19% terminó universidad o tiene estudios de postgrado y 18% finalizó el bachillerato. De allí que, en promedio, tenga un salario más alto que el de los latinos. Casi 150.000 trabajan en ocupaciones profesionales o de gerencia, mientras que apenas 25.000 lo hacen en construcción y agricultura.
Lo anterior quiere decir que nuestras emigraciones significan un desangre para el país, de recursos humanos bien preparados, trabajadores y altamente competitivos.
Con el mejoramiento en la situación de seguridad en Colombia, es posible que un número significativo de colombianos decida regresar. Lo que llamamos “la tierra”, la familia y los amigos continúan teniendo gran importancia para nosotros, los migrantes. Aun después de mucho tiempo de vivir en el exterior, seguimos manteniendo costumbres y tradiciones. Nos emocionamos con nuestra música. Nos encanta nuestra comida. Seguimos teniendo un fuerte sentido de tribu: si llegamos a una fiesta con asistencia de personas de varios países, basta con mirar a uno de los rincones en donde se agrupe un número grande que conversa animadamente, para saber que ése es el grupo de los colombianos.
Los migrantes regresaremos si, además, encontramos oportunidades adecuadas de trabajo y una mejor calidad de vida en las principales ciudades del país. En algunas ciudades intermedias y en las pequeñas, las condiciones son más duras. Ojalá que, a pesar de los altísimos costos de reconstrucción después del bíblico invierno, el gobierno del Presidente Santos pueda avanzar en el cumplimiento de los objetivos del Plan de Desarrollo 2011-2014, uno de los cuales es lograr un crecimiento espacial más equilibrado. De esa manera, los migrantes tendríamos una razón más para regresar a nuestras ciudades de origen.
Publicado por Semana.com el 2 de junio de 2011
Muchas Gracias ! excelente nota
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