Publicada en Semana.com en agosto 1, 2014
Al Presidente Santos se le fueron las luces. Será necesario que los colombianos también nos encomendemos al Señor de los Milagros para que lo guíe y no lleve al Congreso su anunciada propuesta de aumentar a seis años el período para presidentes, alcaldes y gobernadores. Dicha reforma no sólo sería un error de marca mayor, sino un horror para los sufridos habitantes de nuestro país.
En el caso de alcaldes y gobernadores, pensemos no más en la tragedia que significaría para Bogotá la elección por seis años de otro Samuel Moreno u otro Gustavo Petro. O de un candidato semejante al recientemente sancionado gobernador del Caquetá, o de alcaldes como los 24 que, en tan solo este mes de julio y después de finalizar su período o a punto de terminarlo, la Procuraduría sancionó o inició procesos en su contra. Si, 24 en un mes!
Los votantes, en numerosas oportunidades, se equivocan. O recurren a las urnas amarrados o influenciados por dineros de dudosa procedencia. Pensar en atornillar por seis años a funcionarios incapaces o corruptos sería no sólo castigar a los que se equivocaron o vendieron su voto, sino a todos los habitantes de la circunscripción afectada. Cinco o seis años de malos gobiernos locales son una eternidad.
Aun tratándose de gobernantes locales inicialmente impolutos, en cinco o seis años, muchos se naturalizarían tanto con el poder que llegarían a ejercerlo como reyezuelos. Las tentaciones del poder, sin suficientes frenos o contrapesos, son muy grandes.
¡Doctor Santos, por favor, no pida que se aumente el período de alcaldes y gobernadores!
En el caso de los presidentes de la República, en un país como Colombia, con partidos e instituciones débiles y en donde no existe una verdadera independencia de los poderes públicos, los riesgos tampoco son desechables. Aquellos con tendencias autoritarias terminarían convertidos en emperadores.
Estoy de acuerdo con Santos en que, en nuestra débil democracia, la reelección de los presidentes fue un error. Tratar de solucionar ese error con el aumento de los períodos a seis años, nos dejaría en una situación peor. Con la reelección, por lo menos los ciudadanos pueden pronunciarse, después de cuatro años, sobre la continuidad o no del gobernante.
Piense, Presidente Santos, que usted mismo y una buena parte del país nos llevamos un gran susto cuando, en la primera vuelta, la mayoría de los colombianos no parecía inclinada a renovarle su mandato. Tuvo que afinar su mensaje, emplearse a fondo y ampliar la coalición que, finalmente, lo llevó en hombros a este nuevo período que está a punto de iniciar. Estoy convencida de que esa experiencia lo ha llevado a reflexionar sobre errores y debilidades y hará de usted un mejor presidente a partir del 7 de agosto.
Para un mal gobernante, cuatro años son una eternidad. Para uno bueno, cuatro años y máximo cinco, sin reelección, deben ser suficientes.
Agosto 27, 2014
El caso de las niñas del Carmen de Bolívar, quienes han tenido que ser hospitalizadas con preocupantes síntomas después de haber recibido la vacuna contra el papiloma humano, no puede ser tratado como un tema de histeria colectiva, como parecen implicar el Ministro de Salud y algunas autoridades del Departamento. Es un caso de salud pública que requiere atención inmediata.
Los medios colombianos han venido informando que, cerca de 200 niñas del municipio del Carmen de Bolivar, vacunadas contra el virus del papiloma, han tenido problemas de salud que van desde dolores de cabeza hasta náuseas, desmayos y rigidez en sus miembros.
Ante este cuadro inquietante, que no solo tiene alarmados a los padres de familia sino a las autoridades locales, el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, ofreció unas declaraciones ligeras y hasta irresponsables. El Ministro dijo a RCN: "Es un (caso) complejo donde también claramente hay un tema de sugestión, donde mientras más se reporte o entre más se trate de centrar la atención mediática en las niñas, podemos seguir ampliando el problema".
Que se trate de un tema de "sugestión", inducido, entre otras, por la atención de los medios, no nos parece tan "claro" como lo expresa el Ministro. Poco le faltó para acusar a las niñas de histeria colectiva.
El economista a cargo del Ministerio de Salud adelantó el diagnóstico antes de que se lleven a cabo todas las pruebas para conocer a fondo qué está pasando y cuando los funcionarios del despacho a su cargo apenas estaban llegando a la población. Según los reportes de prensa, el diagnóstico lo adelantó, también, antes de que las pruebas científicas sobre la calidad del lote específico de vacunas que se despachó a esa población de la Costa o los análisis sobre la manera o circunstancias en que fueron aplicadas hubiesen sido completados.
Todo parece indicar que la vacuna contra el virus del papiloma, enfermedad que causa cáncer y se contrae a través del contacto sexual, ha probado ser muy efectiva. También es cierto que millones de jóvenes y mujeres en el mundo han sido vacunados sin sufrir efectos secundarios, más allá de una ligera fiebre o dolor de cabeza. Lo anterior, partiendo de la base de que las vacunas que se administren sean de las más alta calidad, producidas por laboratorios reconocidos.
No obstante lo anterior, instituciones tan serias como la Clínica Mayo de los Estados Unidos, reconocen 36 efectos secundarios que se pueden presentar, aunque con menor frecuencia, entre ellos visión borrosa, náuseas y desmayos (ver lista en su página Web http://www.mayoclinic.org/drugs-supplements/human-papillomavirus-vaccine-quadrivalent-intramuscular-route/side-effects/drg-20069107). Algunos de estos problemas son los mismos que se han reportado entre las niñas del Carmen de Bolívar.
En resumen, parece existir unanimidad, entre la comunidad de profesionales de la salud, en que los beneficios de esta vacuna, en términos de reducción de futuros desarrollos de cáncer del cuello uterino, superan con creces los riesgos.
Sin embargo, estudios adelantados en los Estados Unidos muestran que la oposición de algunos padres a que sus hijos reciban esta inmunización aumentó significativamente entre 2008 y 2010. Entre los que se oponen, el porcentaje que dió como razón temas relacionados con la seguridad de la vacuna o sus consecuencias, creció entre esas fechas del 4,5 por ciento al 16 por ciento. Es decir, casi se cuadruplicó.
Hay que reconocer que esta vacuna es un tema sensible. De allí que el Ministro Gaviria deba mostrar más cuidado y sensibilidad en sus declaraciones. Por ejemplo, algunos padres no sólo están preocupados por los efectos secundarios sobre la salud de sus hijos. Otros reaccionan negativamente ante la propuesta de que sus hijas o hijos sean vacunados, desde muy niños, para protegerlos de un virus que se contagia a través del contacto sexual. Algunos también se oponen por temor de que, de manera indirecta, se esté promoviendo la promiscuidad entre los jóvenes.
En lo que sí estamos de acuerdo con el Ministro Gaviria es en que el tema es complejo. En consecuencia, es de esperar que el Ministerio de Salud lleve a cabo estudios y análisis detallados y científicos que ofrezcan respuestas confiables a las familias del Carmen de Bolivar afectadas y al resto de padres que, en todo Colombia, están siguiendo los desarrollos con preocupación.