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viernes, 13 de mayo de 2011

LOS TEMORES DE CHAVEZ

Publicado en Semana.com el 10 de mayo de 2011.

La publicación del libro sobre el dossier de los computadores de Raúl Reyes, por parte del IISS de Londres, le creará dificultades internacionales a Chávez y se puede convertir en una bomba de tiempo para las relaciones entre Colombia y Venezuela. Su aparición explica el nerviosismo que ya habíamos captado en el presidente del vecino país.
La aparición en Londres del libro que analiza y transcribe cientos de correos y documentos encontrados en el computador de Raúl Reyes, no tomó por sorpresa al presidente Hugo Chávez. El gobierno colombiano le había advertido sobre su publicación y, es de suponer, le haya ofrecido una copia por adelantado. Ahora entendemos las razones de Chávez para postergar su gira por Brasil, Argentina y Bolivia, prevista para esta semana. Se le habrían creado situaciones embarazosas frente a sus colegas y frente a los medios de comunicación de dichos países.
Se conocían algunos de los correos encontrados en el computador de Reyes, después del ataque a su campamento, al otro lado de la frontera con Ecuador. Pero no se había hecho un análisis sistemático de los mismos o una publicación de los documentos más relevantes. El gobierno del Presidente Uribe, del cual fue Ministro de Defensa el doctor Juan Manuel Santos, encargó dicha tarea al Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS), un centro de estudios de reconocida independencia. Con la publicación esta semana del libro, se destapa el alcance de la relación de los gobiernos de Venezuela y Ecuador, y de sus presidentes, con la guerrilla de las FARC y su proyecto de tomarse el poder en Colombia.
El gobierno de Venezuela, y el propio Chávez, no salen bien librados: el libro afirma que el presidente personalmente se habría reunido con Raúl Reyes y otros miembros del secretariado de las FARC y comprometido  a ayudarlos para obtener legitimidad política. Les habría ofrecido ayuda económica por $300 millones de dólares. No hay seguridad de que, finalmente, el dinero se haya entregado. Confirma las sospechas del expresidente Uribe, ya que, según el IISS, “mientras Chávez públicamente propugnaba la neutralidad y se ofrecía como mediador honesto en negociaciones de paz con el gobierno colombiano, también permitía que las FARC utilizaran el territorio venezolano para su refugio, operaciones transfronterizas y actividad política…”  
Esta última información ya era conocida por los colombianos. De allí la sorpresa que causó la afirmación del Presidente Santos, de que esos campamentos ya no estaban en las coordenadas previamente identificadas por el ejército colombiano. Todos nos preguntábamos ¿qué pasó?
Estos y otros hallazgos del IISS, serán divulgados ampliamente por los medios colombianos e internacionales, y analizados a profundidad por los gobiernos de Europa, Estados Unidos y América Latina.  Chávez lo sabe y parece preocupado por las consecuencias que pueda traer.
Ahora entendemos mejor su celeridad para detener y extraditar a Colombia a Joaquín Pérez, presunto representante en Europa de las FARC, aún a costa de dañar sus relaciones con el partido comunista venezolano y otros grupos que calificó de “extrema izquierda”. ( Ver columna LAS VOLTERETAS DE CHAVEZ en http://mariacarmenza123.blogspot.com/ ). Ahora comprendemos la dimensión de su afán por dejar constancia de que él y su gobierno no tuvieron que ver con los campamentos de las FARC en territorio venezolano. De acuerdo con sus recientes declaraciones, los que se reunieron con las FARC fueron miembros de los grupos de extrema izquierda de su país, quienes hicieron “planes para montar en Venezuela unas bases de la guerrilla colombiana a espaldas de todos nosotros”.
En las últimas semanas, el presidente Chávez no sólo ha querido seguir tomando distancia de las FARC y negar sus relaciones con esa organización guerrillera, sino que se ha preocupado por dejar constancia de su condena “irrestricta al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones y su repudio a todas las formas de violencia”, de acuerdo con el comunicado emitido por la cancillería venezolana, a raíz de la operación de los comandos de los Estados Unidos y la muerte de Osama bin Laden en territorio paquistaní.
Evidentemente, Chávez venía tratando de blindarse. No es para menos. La información de que las FARC no sólo habrían entrenado a varios grupos urbanos en Venezuela en la guerra de guerrillas y en acciones terroristas, sino de que “podrían haber cometido asesinatos de oponentes políticos de Chávez”, es muy delicada.
La intervención armada en Libia, por parte de la OTAN, constituye un preaviso para gobiernos acusados de atacar su propia población y apoyar, en algún momento, el terrorismo. Chávez así lo ha entendido, según se deduce de su llamado a la oposición para que no recurra a las vías incendiarias y a generar situaciones sangrientas, que lo que buscan es culparlo a él, de forma que “Naciones Unidas apruebe una intervención”.
La aparición del informe sobre los documentos del computador de Raúl Reyes, en momentos en que las relaciones entre Colombia y Venezuela atraviesan por una etapa positiva, no deja de preocupar. Puede convertirse en una nueva bomba de tiempo para las relaciones entre los dos países que, ante la más pequeña chispa, podría estallar. No obstante la promesa del gobierno de Colombia de no referirse al informe, y del propósito del gobierno venezolano de no responder al mismo. Coincide con el inicio de una nueva etapa electoral en el vecino país que, por razón de las dificultades económicas, escases de alimentos, fallas generalizadas en los servicios públicos y desastres generados por las lluvias,  puede ser muy volátil. Tanto desde el punto de vista del comportamiento de la oposición y de la población, como del gobierno del presidente Chávez y las organizaciones que defienden la revolución bolivariana.

viernes, 6 de mayo de 2011

OBAMA Y LA MUERTE DE OSAMA

Como era de esperarse, los índices de aprobación del Presidente Barack Obama aumentaron significativamente, después de la operación que tuvo como resultado la muerte de Osama bin Laden. ¿Cuáles serán los impactos, a más largo plazo, sobre sus posibilidades de reelección?
Ganar las elecciones presidenciales, en Estados Unidos, para una persona morena, que se llama Barack Hussein Obama, fue una hazaña extraordinaria. Lo logró gracias a su inteligencia superior, capacidad oratoria, organización y campaña impecable. Su mensaje de cambio caló entre los demócratas e independientes. El apoyo que obtuvo entre los jóvenes, que estaban ansiosos por un liderazgo distinto, resultó importantísimo.
No obstante ese triunfo, algunos sectores no se conforman con tenerlo como jefe de estado, ya sea por razones ideológicas, por motivos raciales o por ambos. La derecha más recalcitrante considera que Obama está demasiado hacia la izquierda. Y el racismo, aunque ha mejorado notoriamente en este país, sigue existiendo entre sectores minoritarios pero rabiosos.
Esos grupos han recurrido a todas las artimañas posibles para deslegitimarlo. Los racistas propagaron la tesis de que Obama había sido elegido ilegalmente, porque no habría nacido en Estados Unidos sino en Kenia. (Allí nació su padre quien lo abandonó desde niño). Alegaban que el certificado de nacimiento común, expedido por las autoridades del Estado de Hawaii, era falso. Lo retaban a que diera a conocer el certificado original. Otros lo criticaban como comandante en jefe de las fuerzas armadas, por blando, y lo calificaban de inexperto, diletante e indeciso.
A raíz de las rebeliones en Oriente Medio y en Libia,  los ataques se multiplicaron. Para los usuales “halcones” de guerra, resultaba inaceptable que Estados Unidos consultara una operación militar con un organismo internacional, en este caso, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Se rasgaron todavía más las vestiduras cuando Obama entregó, a las fuerzas de la OTAN, el liderazgo sobre los vuelos y bombardeos para proteger a la población civil libia.
Estos ataques contra Obama se multiplicaron y comenzaron a tener impacto sobre su imagen, incluso entre demócratas e independientes que votaron por él. De acuerdo con la encuesta del New York Times y de CBS, a comienzos de abril, apenas un 39 por ciento de los encuestados aprobaba su manejo de la política exterior.  Todavía un menor porcentaje apoyaba sus acciones contra el terrorismo (35 por ciento). Su índice de aprobación, en general, como jefe de estado, había descendido a 46 por ciento.
En tan sólo una semana, Obama logró contrarrestar con creces dichos ataques: en primer lugar, entregó a los medios de comunicación copia de su certificado original y completo de nacimiento que prueba, sin lugar a dudas, que nació en el Estado de Hawaii. Ridiculizó al empresario de medios Donald Trump, que se había convertido en el último y más ruidoso de los promotores de la duda sobre su lugar su nacimiento. Como si fuera poco, dio la orden para que un comando especial penetrara al territorio de Pakistán y entrara a una vivienda de un barrio cercano a una base militar paquistaní, para apresar o eliminar a Osama bin Laden, prófugo desde hace 10 años. No se avisó previamente al gobierno paquistaní. El gobierno del Presidente Bush había durado 8 años detrás de bin Laden, a quien quería vio o muerto.  Al segundo año de su administración, Obama tomó a tiempo una decisión, asumió grandes riesgos y lo logró.
Si la operación hubiese fracasado, ya sea porque no hubieran encontrado a bin Laden, porque los comandos hubieran sido repelidos por sus protectores o por el propio ejército paquistaní, o hubieran caído en la batalla, los impactos sobre la imagen y perspectivas políticas de Obama habrían sido  muy graves.
Con el triunfo de la operación militar y la capacidad de decisión demostrada por el Presidente, su imagen se fortaleció decididamente: su índice general de aprobación aumentó 11 puntos y llegó a 57 por ciento, el apoyo a su política contra el terrorismo  ascendió a 70 por ciento y 8 de cada 10 norteamericanos aprobaron la operación contra bin Laden.
Históricamente, los porcentajes de aprobación para los presidentes aumentan significativamente con los  triunfos militares.   Por ejemplo, Kennedy vio sus marcas mejorar después de la solución al problema de los misiles colocados por la Unión Soviética en Cuba. George Bush padre logró aumentar su popularidad después de la operación Tormenta del Desierto en Kuwait. El apoyo para Bush hijo creció, después de la invasión a Irak.  Sin embargo, pocos meses después, esos aumentos se disiparon.
Con base en las anteriores experiencias, hasta ahora todos los comentaristas y generadores de opinión de los Estados Unidos han opinado que el impacto de la operación militar y la entrega del certificado de nacimiento no incidirán sobre las posibilidades de reelección de Obama, ya que el repunte se irá diluyendo con el tiempo. 
Difiero de esa apreciación. Por supuesto, Obama ganará o perderá, según evolucione la economía de los Estados Unidos y la difícil situación internacional. Las calidades del que sea su contrincante y la contundencia de su mensaje pesarán también sobre los resultados. Sin embargo, Obama no tendría posibilidades de reelección, si las dudas sobre su legitimidad como Presidente persistieran y si su imagen como comandante en jefe continuara siendo la de una persona débil, indecisa e insegura. Obama ha quitado del camino los dardos envenenados que matarían su reelección, desde antes de que se inicie la campaña. En resumen, los efectos de sus dos decisiones recientes son condiciones necesarias aunque no suficientes para triunfar en las próximas elecciones.
Una campaña interesante, que puede convertirse en un caso de estudio para los expertos, está por comenzar.

Publicado en el blog de Semana.com